Antonella
Miré a mi alrededor, dándome cuenta de que me había quedado sola junto a la última chica. No nos habíamos percatado de que aún faltaba alguien por ser rescatado.
—Tranquila, estaremos bien —le dije, tratando de calmarla al notar su evidente nerviosismo.
—Todo esto es culpa mía —murmuró entre lágrimas, con la voz quebrada por el miedo.
—No, no lo es. Saldremos de aquí, ya lo verás —la abracé con fuerza, intentando transmitirle la seguridad que yo misma apenas sentía. Me acerqué a la puerta por donde habían salido todos los demás; estaba abierta.
Bingo, pensé con un ligero alivio.
—Vamos por aquí —dije, tomándola de la mano mientras empezábamos a avanzar por el largo y oscuro pasillo. El silencio que nos envolvía era abrumador, cada sombra parecía alargarse y cada crujido resonaba en mi mente, alimentando mi temor.
Vamos, Antonella, esto es por ellos, me recordé mientras miraba de reojo el vientre abultado de la mujer. No podía dejarlos aquí, no cuando ya estábamos tan cerca de escapar. Sujeté con más firmeza la pistola que Mikey me había enseñado a usar, aunque mis manos temblaban ligeramente.
De repente, el pasillo se bifurcó en dos.
—Merde —susurré, indecisa.
¿Derecha o izquierda, Antonella?
—Vamos por la derecha —respondió la chica, sacándome de mis dudas y preocupaciones.
—Está bien, vamos —dije, intentando sonar segura. Continuamos por ese camino, donde el sonido de los pasos de las ratas y las gotas de agua cayendo al suelo nos acompañaban, haciendo eco en el desolado corredor. Todo a nuestro alrededor estaba en ruinas, como si el lugar hubiera sido abandonado por años.
No podía comprender cómo alguien podía ser tan cruel como para mantenerlas aquí. Alonso tenía que pagar por todo lo que había hecho, eso estaba claro.
Caminamos hasta llegar a una puerta de acero, aunque esta vez estaba entreabierta. Una pequeña esperanza comenzó a crecer en mi pecho.
—Creo que es por aquí —dije, mirando hacia el fondo del pasillo que se perdía en la penumbra—. Ponte al otro lado de la puerta —le pedí a la chica, que me obedeció aunque con evidente desconcierto. Me acerqué al mecanismo de la pared, esperando encontrar una manera de abrirla por completo, pero funcionaba con una tarjeta que no tenía.
Merde, merde, maldije por lo bajo.
—¡Quieta ahí! —un grito resonó en el fondo del pasillo. Al girar la cabeza, vi a un hombre corriendo hacia nosotras, armado.
—¡Corre! —le grité a la chica mientras sacaba el arma con rapidez. Apunté al mecanismo y disparé, el sonido del disparo reverberando en el pasillo. La puerta comenzó a cerrarse lentamente y, sin pensarlo, corrí lo más rápido que pude hacia ella. Me deslicé por el suelo, apenas logrando pasar al otro lado antes de que se cerrara por completo.
Me llevé la mano al brazo, sintiendo un dolor agudo que me hizo tambalearme. Al mirar, me di cuenta de que me habían disparado. Todo comenzó a dar vueltas a mi alrededor, y caí al suelo, recostando la cabeza en él.
—Oh, Dios —escuché la voz de la chica, que se acercaba a mí visiblemente preocupada.
—Vete... corre —intenté levantarme, pero el dolor en mi brazo era tan intenso que no me lo permitía.
—No, no te voy a dejar —insistió, tratando de ayudarme a ponerme de pie con todas sus fuerzas.
—No... no puedes hacer fuerza —le dije, usando mi brazo libre para impulsarme a pesar del dolor—. Vamos —comencé a caminar, luchando por mantenerme en pie mientras mi cabeza seguía dando vueltas. Al fondo del pasillo, vi una silueta que se acercaba rápidamente hacia nosotras. Intenté apuntar con la pistola, pero perdí el equilibrio y caí, esta vez en los brazos de alguien.
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Adicto amor [#1]
RomanceAntonella Presly una chica responsable y amable, con un sueño que seguir y conseguir se encuentra con Mikey Grace, un gran empresario el cual tiene una vida ajetreada con el tema de contrabando de armas y dinero. Un amor lleno de pasión y poder...
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