Capítulo final ultima parte

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Antonella

La puerta se cerró y me quedé nuevamente sola, tenía los nervios a flor de piel.

¿Qué estará pensando Mikey hacer? ¿Todo saldrá bien?

Mientras esperaba la llegada de Nelson, intenté a toda costa liberarme de las cuerdas que me mantenían atada, aunque mis muñecas se rozaban con las heridas. Cada movimiento era doloroso y cada intento fallido me dejaba más frustrada.

Escuché unos pasos aproximarse y mi cuerpo se tensó instantáneamente. El sonido de unos quejidos y un golpe seco contra la puerta me sobresaltaron, llenándome de miedo.

Por favor que sea Nelson por favor...

— Antonella — la voz de Nelson me llegó como un suspiro de esperanza. Su mirada rápida recorrió la habitación con el arma en mano, asegurándose de que no había peligro inmediato.

— Nelson, perdona, perdona, perdona — repetí con desesperación, el arrepentimiento y la preocupación reflejados en mi voz.

— Deja de disculparte. Nosotros somos los que tenemos que disculparnos, por no haberte contestado. Teníamos que hacerlo así. Tú nos diste el beneficio de la duda, pero nosotros lo desaprovechamos. — me dedicó una pequeña sonrisa y un guiño tranquilizador. Se acercó para quitarme la mordaza, y lo hizo con rapidez. — Vamos, tenemos que irnos ya.

Tomó mi mano con firmeza, pero me detuve, el pánico creciendo en mi pecho.

— Mikey, ¿dónde está Mikey? — No podía irme sin saber si Mikey estaba a salvo.

— Antonella, él saldrá después, tenemos que irnos ya o vendrán más refuerzos. — Tiró de mi brazo sin darme opción a negarme.

Salimos de la sala y nos dirigimos por el amplio pasillo hacia la salida. Caminábamos rápidamente, pero un ruido repentino nos hizo detenernos en seco. El sonido de pasos acercándose hizo que mi corazón se acelerara.

— ¡Baje el arma! — la llegada de uno de los guardias hizo que Nelson me pusiera detrás de él para protegerme.

— Mejor bájale tú — respondió Nelson con frialdad, y sin dudar, disparó al guardia, hiriéndolo en la pierna.

El guardia cayó de rodillas, quejándose del dolor y derramando sangre, mientras Nelson tiraba de mí para continuar nuestra huida. Corremos a través de los pasillos con una urgencia desesperada.

Cada metro que nos alejábamos de la salida hacía que mi corazón latiera con más fuerza, y sentía que podía oír mis propios latidos resonando en mis oídos.

Nelson puso su dedo en la oreja, como si estuviera escuchando instrucciones a través de un auricular. Su rostro se tensó de inmediato y me miró con preocupación.

— ¡Vamos ya! — dijo, acelerando el paso y arrastrándome con él.

— ¿Qué ocurre? ¿Qué pasa? — le pregunté, desesperada por entender la situación mientras corríamos.

— Al parecer, se ha activado una bomba en el edificio — la voz de Nelson era grave y cargada de urgencia.

Me detuve en seco, el pánico apoderándose de mí. Intenté retroceder, pero Nelson me lo impidió con firmeza.

— ¡Mikey, Nelson, Mikey tiene que salir ya! — mi voz se rompía entre sollozos y desesperación mientras trataba de soltarme, pero era en vano.

— Antonella, él ya saldrá. Tenemos que irnos ahora — me dijo con tono firme, pero mi resistencia no se detuvo.

— ¡No, no me iré sin él! — grité, luchando contra la fuerza de Nelson.

— Joder, Anto — Nelson me levantó de un solo movimiento, cargándome sobre su hombro con una fuerza inesperada. No pude hacer nada mientras me sacaba del edificio. Los hombres de Mikey me obligaron a subir al auto.

Adicto amor [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora