Mikey
Hoy era el día. Antonella se había pasado toda la mañana durmiendo, mientras yo había cumplido con mi rutina: deporte intenso, salir a correr y práctica de tiro, algo bastante casual para mí.
Subí a la habitación para ver si mi muñequita seguía durmiendo, pero la cama estaba vacía y la habitación en penumbra. Solo pude escuchar una ola de maldiciones provenientes del baño. Levanté las persianas y abrí las ventanas. Lo primero que vi al mirar el cuarto fueron las sábanas blancas manchadas de sangre. Entré rápidamente al baño para asegurarme de que todo estuviera bien.
— Anto... — dije, viendo cómo se estaba colocando una compresa en unas braguitas limpias.
— ¡Mikey! — gritó, sonrojándose intensamente.
— Pensé que te había pasado algo — miré las bragas manchadas de sangre en el suelo.
— ¡No mires! — dijo, estirando la pierna para arrastrar las braguitas hacia ella.
— ¿Por qué te avergüenzas? Es algo normal — me acerqué y las cogí antes que ella.
— Lo sé, pero pensé que podría darte asco, no sé... — bajó la cabeza, visiblemente apenada.
— No, no me da asco, hermosa — tomé también el pantalón manchado. — Los voy a poner a lavar.
— Ok — susurró, un poco avergonzada. Me acerqué y le di un beso en la frente, luego salí del baño con las colchas manchadas y las llevé a la lavandería, dejándolas a cargo de las empleadas.
Preparé el desayuno de Antonella, colocándolo en una bandeja para subirlo. Cuando entré, vi que una de las empleadas había terminado de poner sábanas limpias en la cama.
— Gracias — le dije, dejando la bandeja sobre la cama.
— De nada, señor — me sonrió y se retiró.
Oí el agua caer dentro del baño, supuse que Antonella se estaba duchando. No quise entrar para no incomodarla. Aunque no me daba asco ver ese tipo de cosas, sabía que a ella le avergonzaba.
Poco después, salió del baño con un pantalón de chándal gris holgado, una camiseta marrón ajustada y mis chanclas.
— Mira, el desayuno — le señalé la bandeja con comida.
— Oh, gracias — dijo con una sonrisa, sentándose para devorar las tostadas.
— Te dejé una pastilla al lado para los cólicos — me senté en la orilla de la cama, observándola comer. Parecía una niña pequeña disfrutando de un caramelo.
Es tan tierna.
— Gracias — respondió sonriente, pero su hermosa sonrisa se desvaneció rápidamente. — Puff, ahora tengo que ir así a por las chicas — bufó, visiblemente molesta.
— Si quieres, podemos cambiarlo... — comencé a ofrecer, pero me interrumpió rápidamente.
— No, si hace falta me meto tres tampones y dos compresas, pero hoy las salvo como que me llamo Antonella Presly — dijo con determinación.
— Está bien, está bien — levanté las manos en señal de paz. — Recuerda que saldremos a las 8, ya estará todo oscuro.
— Sí, lo sé — asintió, llevándose una fresa a la boca. — Oye, la casa está muy tranquila, ¿dónde está Cami?
— Se fue con Margarita y Pluto al centro comercial. Como siempre, todos los fines de semana, ella se va a comprar.
— Es cierto — dijo con una risita mientras comía. Sus mejillas y nariz estaban rojas, lo que la hacía aún más adorable. La miré con una sonrisa.
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Adicto amor [#1]
Storie d'amoreAntonella Presly una chica responsable y amable, con un sueño que seguir y conseguir se encuentra con Mikey Grace, un gran empresario el cual tiene una vida ajetreada con el tema de contrabando de armas y dinero. Un amor lleno de pasión y poder...
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