Antonella
A la mañana siguiente, regresamos al centro comercial, porque Camila, como siempre, se las ingeniaba para convencernos de volver. Desde el beso con Mikey, no había podido mirarlo a la cara. Una mezcla de vergüenza y nervios me invadía cada vez que lo tenía cerca. Ese momento en el jardín, sus labios suaves y cuidadosos contra los míos, aún parecía un sueño, y estar a su lado me ponía en un estado de alerta constante, como si mi cuerpo reaccionara antes que mi mente.
—Anto, mira, ¿te gusta? —Camila me sacó de mis pensamientos, mostrándome una pulsera de cuero marrón, sencilla pero elegante, con un diseño trenzado que le daba un toque especial.
—Sí, está chula —respondí, sonriendo mientras tomaba otra igual, pero en negro. Al sostenerla, no pude evitar pensar en Mikey, en cómo algo tan simple podría verse en su muñeca. Instintivamente, me giré para mirarlo, y me encontré con sus ojos fijos en mí, intensos y penetrantes, como si pudiera leer cada uno de mis pensamientos. Mi corazón dio un vuelco, y rápidamente me di la vuelta, sintiendo una ola de calor subir por mi rostro.
—¿Te gusta esa? —preguntó Camila, notando mi incomodidad con una sonrisa traviesa.
Asentí, evitando su mirada, intentando mantener la compostura.
—Supongo que es para mi hermanito, ¿no? —susurró, acercándose con una chispa pícara en los ojos.
—¿Qué te hace pensar eso? —repliqué en voz baja, tratando de disimular mi sorpresa, aunque sentía las mejillas ardiendo.
—Pues que nada más cogerla, lo miraste —dijo, levantando una ceja con complicidad.
—Mentira —negué rápidamente, un poco avergonzada, aunque sabía que me había delatado yo sola.
—Verdad —insistió Camila, riendo bajito. —¿Por qué no se la das? Seguro le gusta.
—¿Y para qué? Él seguro tiene cosas más bonitas y caras. Esto sería algo insignificante —respondí, mirando la pulsera en mis manos, dudando de si algo tan sencillo podría significar algo para alguien como él.
—Para él no lo sería, porque es tuyo —dijo ella con una convicción que me tomó por sorpresa, sus palabras resonando con una calidez que me hizo sonrojar aún más.
No pude evitar imaginarme dándosela, su reacción, quizás una de esas sonrisas raras que transformaban su rostro serio en algo cálido.
—Venga, vamos a comprarla antes de que se den cuenta —me agarró de la mano con entusiasmo, arrastrándome hacia la caja registradora.
—¿Solo esto, chicas? —preguntó la cajera, escaneando el precio de las dos pulseras.
—Sí, eso es todo —respondió Camila con una sonrisa radiante. —Por favor, ¿puede envolver la pulsera de cuero negro en papel de regalo?
—Por supuesto —dijo la cajera, sonriendo mientras sacaba varios papeles de regalo y los extendía sobre el mostrador. —¿Qué color, chicas?
Camila me miró, esperando mi decisión.
—Oh, emm... —examiné los papeles con atención, buscando algo que fuera especial pero no exagerado. —El blanco con estrellas negras, por favor —dije, devolviéndole la sonrisa.
—Ok, ahora mismo —respondió la cajera, guardando los demás papeles y cortando un trozo del que elegí. Colocó la pulsera en el centro y la envolvió con cuidado, doblando las esquinas con precisión antes de meterla en una bolsita junto con la otra.
—Aquí tienen —nos entregó la bolsa y nos dijo el precio. Pagamos y salimos de la tienda, reuniéndonos con los chicos, que esperaban afuera, apoyados contra una pared con expresiones de aburrimiento fingido.
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Adicto amor [#1]
RomanceAntonella Presly una chica responsable y amable, con un sueño que seguir y conseguir se encuentra con Mikey Grace, un gran empresario el cual tiene una vida ajetreada con el tema de contrabando de armas y dinero. Un amor lleno de pasión y poder...
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