Mikey
Ahí estaba ella, tan hermosa como siempre, su figura recortada contra la luz dorada del atardecer, el vestido blanco abrazando sus curvas con una suavidad que parecía hecha para ella. Pero su expresión, una mezcla de confusión y dolor, me golpeó como un puñetazo en el pecho.
—¿Mikey? —me miró desconcertada, sus ojos café escudriñándome como si intentara confirmar que era yo.
—¿He cambiado tanto? Solo me teñí el cabello —dije, intentando aligerar el momento con una media sonrisa, aunque mi corazón latía con fuerza. El negro de mi cabello, resultado de una apuesta estúpida con Nelson —si recibía otro disparo, tendría que teñírmelo—, parecía acentuar la intensidad de mi mirada, o eso esperaba.
—¿Qué haces aquí, Mikey? —preguntó, su voz cargada de rencor, sus ojos brillando con una mezcla de furia y vulnerabilidad que me desarmó.
—He vuelto por ti —respondí con calma, sosteniendo su mirada, aunque podía ver cómo su rostro se encendía, sus mejillas tornándose de un rojo furioso.
—¿Perdón? —Alzó las cejas, la sorpresa y la indignación bailando en su expresión. —¿Quién te crees que eres? ¿Qué crees que soy? ¡No soy un objeto para que me andes trayendo de un lado a otro!
—No eres un objeto, lo sé, pero... —intenté explicarme, buscando las palabras correctas, pero ella no me dio oportunidad.
—¿Pero qué, Mikey? Me raptas como si nada, alejándome de mi familia, de mi vida, y ahora vuelves como si nada hubiera pasado —Su voz se elevó, temblando de rabia, cada palabra un dardo que se clavaba en mí. Entendía su enojo, pero los gritos me hacían apretar los dientes, mi paciencia al límite.
—Cálmate, Antonella —dije, esforzándome por mantener la voz firme pero tranquila, aunque sentía la tensión creciendo en mi interior.
—¡No, no me voy a calmar! ¡Eres un descarado, Grace, descarado! —gritó, avanzando hacia mí y golpeándome el pecho con sus puños, una y otra vez, cada golpe cargado de frustración y dolor acumulados.
—Basta ya, basta —agarré sus muñecas con firmeza, deteniendo sus movimientos, mi agarre fuerte pero cuidadoso. —¡Te dejé ir por ti, por tu bien! —Nuestros ojos se encontraron, el aire entre nosotros cargado de electricidad. Su pecho subía y bajaba descontroladamente, su respiración agitada reflejando la tormenta en su interior.
—¡Mentira! ¡Todo es mentira! ¡Tú eres una mentira! —gritó, su voz quebrándose mientras dejaba salir todo el dolor que había guardado, sus ojos brillando con lágrimas contenidas.
—Entiendo tu enfado, lo entiendo perfectamente, pero debes entender que todo fue por tu bien —repetí, intentando captar su atención, mi voz más baja, casi suplicante, pero ella estaba demasiado inmersa en su rabia.
—¡Dices que quieres enamorarme y tú no sabes lo que es amar! ¡Solo sabes poseer y mandar! —Se revolvió, intentando liberarse de mi agarre, su cuerpo temblando de furia. La solté de golpe, dándole la espalda, mis manos apretándose en puños mientras luchaba por controlar la oleada de emociones que amenazaba con desbordarme. No quería perder el control, no con ella.
—No sabes lo que es amar, Mikey, tú no sabes... —Su voz se quebró, y cuando me giré, vi lágrimas corriendo por sus mejillas, su rostro lleno de desesperación y tristeza.
—¿Casi muero por protegerte, y me dices que eso no es amor? —Mi voz se elevó, la frustración rompiendo mi fachada de calma. Ella se quedó inmóvil, sorprendida por mi confesión. —¡Esto fue por ti, para protegerte y cuidarte! —Agarré los bordes de mi camisa y la rompí con un movimiento brusco, dejando al descubierto el moretón púrpura y los puntos que marcaban mi pecho, una cicatriz fresca que aún dolía al respirar. —¡Por ti! ¡Para protegerte, para cuidarte!
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Adicto amor [#1]
RomanceAntonella Presly una chica responsable y amable, con un sueño que seguir y conseguir se encuentra con Mikey Grace, un gran empresario el cual tiene una vida ajetreada con el tema de contrabando de armas y dinero. Un amor lleno de pasión y poder...
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