Antonella
Mikey salió de la habitación dando un portazo que resonó como un trueno en el silencio opresivo de la casa, seguido casi de inmediato por otro estruendo similar en algún lugar lejano del pasillo. Me quedé allí, sentada en el borde de la cama, con el corazón latiendo desbocado en el pecho, tratando de asimilar la crueldad con la que la vida me había arrastrado hasta este punto. ¿Por qué yo? ¿Por qué tenía que estar aquí, atrapada en esta mansión desconocida, con un hombre que parecía sacado de una pesadilla? Mis ojos se llenaron de lágrimas inevitables, cristalinos goterones que se deslizaron por mis mejillas y cayeron sobre el edredón mullido y blanco de la cama, dejando manchas oscuras como recordatorios de mi vulnerabilidad. El nudo en mi garganta se apretaba cada vez más, ahogándome en un mar de dudas y miedos acumulados.
¿De verdad había querido pegarme?
La imagen de su mano temblando, se repetía en mi mente como una escena de una película de terror que no podía pausar. No era solo el gesto lo que me aterrorizaba; era la certeza de que, en ese instante, había visto un destello de oscuridad en sus ojos, algo primitivo y descontrolado que me hacía cuestionar si alguna vez podría sentirme segura a su lado.
— ¿Anto? —La voz familiar irrumpió en mis pensamientos, suave y reconfortante, como un bálsamo en medio de la tormenta. Alcé la vista y vi a Nelson entrando por la puerta con pasos cautelosos, su expresión llena de una empatía que contrastaba con la frialdad que había dejado Mikey en el aire.
— Nelson... —murmuré, secándome las lágrimas con el dorso de la mano mientras me incorporaba ligeramente en la cama. Mi voz sonaba ronca, quebrada por el llanto reciente, y sentí un rubor de vergüenza subir por mis mejillas al ser vista en ese estado de fragilidad.
Se acercó con una sonrisa cálida que iluminaba su rostro, extendiendo hacia mí un vaso de agua cristalina junto a una pequeña pastilla blanca. En esa casa de locos, donde solo parecían habitar Mikey y él, Nelson era el único faro de cordura, el único que me hacía sentir que no todo estaba perdido. Su presencia era como un abrazo invisible, calmando el torbellino en mi interior.
— Para el mareo —explicó con una sonrisa comprensiva, colocando las manos detrás de la espalda en un gesto respetuoso, como si no quisiera invadir mi espacio personal más de lo necesario.
— Muchas gracias —respondí, introduciendo la pastilla en mi boca y tragándola con sorbos pequeños y medidos del agua fresca. El líquido alivió un poco el ardor en mi garganta, pero no podía borrar el recuerdo fresco de la cara de Mikey, contorsionada por la ira, ni el eco de sus palabras hirientes que aún reverberaban en mis oídos.
— Antonella, tenle un poco de paciencia —dijo Nelson, sentándose con cuidado en el borde de la cama, su voz baja y serena como si estuviera revelando un secreto—. Él nunca ha sabido cómo tratar a una mujer como es debido. Ha crecido en un mundo donde la fuerza y el control lo son todo, pero eso no significa que no pueda cambiar.
Sus palabras me envolvieron como una manta tibia, y por un momento, el peso en mi pecho se aligeró. Le regalé una pequeña sonrisa, sintiendo cómo esa calidez se extendía por mi cuerpo, calmando los temblores residuales de mi encuentro con Mikey.
— Él me trajo aquí a la fuerza, y me trata de esa manera... —repliqué, con un nudo cada vez más apretado en la garganta que amenazaba con romper mi voz. Dejé el vaso vacío en la mesita de noche, mis manos temblando ligeramente al hacerlo—. Es como si yo no importara, como si solo fuera un objeto en su juego enfermizo.
— No sé exactamente qué sucedió entre ustedes —admitió Nelson, inclinándose ligeramente hacia adelante para captar mi mirada—, pero escúchame. —Tomó mi barbilla con delicadeza, elevándola para que nuestros ojos se encontraran. En los suyos vi un pozo de sinceridad, una honestidad cruda que me desarmó—. Tú eres su única oportunidad para convertirse en una mejor persona. Dale el beneficio de la duda, por favor. No es excusa para su comportamiento, pero... hay más en él de lo que ves a simple vista.
ESTÁS LEYENDO
Adicto amor [#1]
RomanceAntonella Presly una chica responsable y amable, con un sueño que seguir y conseguir se encuentra con Mikey Grace, un gran empresario el cual tiene una vida ajetreada con el tema de contrabando de armas y dinero. Un amor lleno de pasión y poder...
![Adicto amor [#1]](https://img.wattpad.com/cover/282671197-64-k179503.jpg)