Mikey
Habían pasado varias horas desde que Antonella se marchó de la casa, y la tensión en el aire era palpable. Gracias a Brandon, el guardia que la acompañaba, había estado recibiendo actualizaciones constantes sobre su paradero, pero eso no aliviaba la culpa que me carcomía por dentro. Cada mensaje suyo confirmando que ella estaba a salvo, pero sin dar detalles, era un recordatorio de lo que había provocado con mi descuido.
—Si le pasa algo a Antonella, te juro que te vas a arrepentir, Mikey —dijo Camila, con los brazos cruzados y una furia contenida que hacía que sus ojos brillaran de preocupación.
—Amenazándolo no vas a conseguir nada, Cami —respondió Nelson, posando una mano en su hombro para calmarla, su voz serena pero firme.
—Ni quedándome quieta tampoco —replicó ella, inquieta, apartándose de su toque con un gesto brusco. Se dirigió hacia la puerta con pasos decididos, claramente dispuesta a salir en busca de Antonella.
Justo en ese momento, la puerta se abrió y Antonella entró, su figura recortada contra la luz del atardecer que se colaba por la entrada. Su rostro estaba marcado por el rastro de las lágrimas, sus ojos rojos y su expresión apagada.
—¡Anto! — exclamó Camila, lanzándose hacia ella y envolviéndola en un abrazo apretado, como si temiera que volviera a desvanecerse.
—Cami —respondió Antonella, correspondiendo al abrazo con una voz congestionada, cargada de emociones contenidas. La vulnerabilidad en su tono me golpeó como un puñetazo en el estómago.
Nelson y yo nos acercamos a la entrada, donde las chicas seguían abrazadas. Al verla de cerca, los ojos hinchados de Antonella y sus mejillas enrojecidas confirmaron lo que ya sospechaba: había estado llorando, y todo era mi maldita culpa. La culpa se enredó en mi pecho, apretando con fuerza.
—Antonella, tenemos que hablar —dije, dando un paso hacia ella, mi voz más suave de lo habitual, buscando desesperadamente una forma de arreglar las cosas.
Ella me evitó, retrocediendo con un movimiento casi instintivo, su cuerpo tenso. —No tengo ganas de hablar ahora, tal vez más tarde —murmuró en voz baja, apenas audible, antes de empezar a subir las escaleras con pasos lentos pero decididos.
—Antonella, espera, tienes que comer algo —insistió Camila, siguiéndola con preocupación, subiendo un par de escalones tras ella.
—Camila, ya voy yo —la detuve, poniendo una mano en su brazo al pie de las escaleras. No quería que nadie más se interpusiera en esto; necesitaba enfrentarlo yo mismo.
—¿Para qué? ¿Para empeorar la situación? —espetó ella, girándose hacia mí con una mirada de reproche que dolía más de lo que estaba dispuesto a admitir.
—Deja de meterte en lo que no te llaman —repliqué con un tono más cortante de lo que pretendía, antes de subir las escaleras tras Antonella, dejando a Camila y Nelson en el vestíbulo.
Entré en la habitación donde Antonella estaba, rebuscando en el armario con movimientos bruscos. Al oírme entrar, se giró hacia mí, sus ojos hinchados y enrojecidos, su nariz igual de colorada. A pesar de su evidente dolor, seguía siendo hermosa, con una vulnerabilidad que hacía que mi pecho se apretara aún más.
—Sal, me voy a vestir —dijo, señalando la puerta con un gesto firme, aunque su voz temblaba ligeramente.
—No hasta que hablemos —insistí, manteniendo mi posición. Necesitaba que entendiera que lo que vio fue un malentendido, que no era lo que parecía.
—Mira, Mikey, tú y yo no tenemos nada de qué hablar. Me importa una mierda lo que estuvieras haciendo con esa caca andante —se giró, dándome la espalda, pero la rigidez de sus hombros traicionaba su fachada de indiferencia.
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Adicto amor [#1]
RomanceAntonella Presly una chica responsable y amable, con un sueño que seguir y conseguir se encuentra con Mikey Grace, un gran empresario el cual tiene una vida ajetreada con el tema de contrabando de armas y dinero. Un amor lleno de pasión y poder...
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