Capítulo 35

26.1K 1K 137
                                        

Los días habían transcurrido con total normalidad. Habíamos vuelto a Italia para organizar todo el operativo. Los rusos ya habían comenzado a mover sus piezas en este juego de ajedrez, lanzando fichas a diestra y siniestra, muchas veces con nuestra ayuda.

Antonella había estado tensa en esos días; le preocupaba que algo me ocurriera a mí o a alguien que apreciaba. Para distraerse, solía salir con Camila y Margarita al cine, de compras, o se dedicaba a cocinar un poco.

Yo, en cambio, apenas había podido estar en casa con todos estos problemas. Tuve que viajar nuevamente a Rusia, pero esta vez solo con Nelson.

(La conversación transcurre en inglés)

— Todo marcha según lo planeado. Hemos logrado tomar las ciudades que tenía Alonso en Italia — comentó Vladimir, esbozando una leve sonrisa.

— Sí, hagamos un recuento — añadió Pluto, sacando un papel —. Las ciudades que poseía Alonso eran Nápoles, Verona, Génova y Bolina.

Asentí en silencio.

— Las que perdió y que pudimos recuperar fueron: Nápoles, Verona y Bolina. Ahora se suman a las ciudades que compartimos entre ambos.

— Rayo, ¿por qué no te quedas tú con Verona? — me ofreció mi amigo con un tono generoso.

— No, no me parece justo — respondí negando con la cabeza —. Es una victoria compartida, mejor repartimos mitad y mitad.

— Tú tuviste más que ver en esta victoria que nosotros. Con tus movimientos precisos y limpios, nos ganamos ese lugar. Así que mejor quédate tú con Verona. Bolina y Nápoles se repartirán entre tú y yo.

— Bueno, está bien — acepté, sabiendo que seguiría insistiendo si no lo hacía.

— Entonces, así queda — concluyó Pluto —. Rayo tiene en su poder las ciudades de Roma, Sicilia, Florencia, Milán, Turín, Como, Pompeya, y ahora se le suma Verona.

Todos los presentes asentimos.

— Y las ciudades compartidas entre el señor Vladimir y Rayo son: Venecia, Pisa, Siena, Palermo, y ahora se suman Nápoles y Bolina.

Asentimos nuevamente.

— Solo nos queda conseguir Génova y, para rematar, Indonesia — añadió Pluto.

— Indonesia será fácil. Tenemos una cuarta parte repartida entre ambos — dije, mientras daba una calada a mi vaper.

— ¿Necesitarás ayuda? — preguntó mi socio.

— No, me encargaré yo de eso.

— De acuerdo, yo me ocuparé de Génova con los míos — respondió Pluto, cerrando la carpeta.

— Perfecto. Pues hasta aquí la reunión — sonrió Vladimir, levantándose de su silla —. Gracias por asistir, señores. Hasta la próxima.

— Gracias a ti — respondimos Pluto y yo, antes de despedirnos de todos.

Caminamos hasta salir del edificio y nos subimos al coche, dirigiéndonos a la casa que teníamos en Rusia.

— Todo va bastante bien. Si seguimos así, Alonso caerá rápido — comentó mi hermano con entusiasmo.

— Sí, por ahora todo va bien — respondí, sacando mi teléfono. Vi notificaciones de mensajes de Antonella y rápidamente los abrí.

Antonella: 

— Hola, amor. ¿Qué tal va tu día? 
— He salido con las chicas a comer. 
— Me aburro  ¡VUELVE! 😭😭😭

No pude evitar reír al ver lo intensa que estaba, parecía una niña.

Adicto amor [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora