Capítulo 22

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Terminamos de recoger las tazas de café del jardín. Habíamos charlado largo y tendido sobre el pasado de Mikey y Nelson; había sido una conversación dura, lo que me hizo entender por qué Mikey es como es. Me dirigí al despacho para llevarles unas tazas de café, ya que llevaban rato allí dentro.

Me acerqué a la puerta para escuchar lo que decían, sin querer interrumpir.

— No puedes volver a hacerlo, Mikey. Antonella no te lo perdonaría — escuché la voz suave de Pluto.

— Es por su bien — respondió Mikey con esa voz ronca que siempre tiene.

— Una vez está bien, pero si la mandas de nuevo a España, podrías crear una barrera aún mayor entre vosotros.

¿España, de nuevo?

Tomé con fuerza el picaporte y abrí la puerta con decisión.

— ¿Me vas a volver a dejar? ¿Me vas a alejar de ti otra vez? — lo confronté desde la puerta, frunciendo el ceño.

— ¿Sabes que escuchar conversaciones ajenas es malo? — dijo Mikey, acariciando su barbilla mientras se sentaba en su escritorio.

— Me importa una mierda. ¿Qué obsesión tienes con hacerme sufrir? — lo miré molesta.

¿Por qué siempre es así? Joder.

— No lo entenderías, Antonella.

— Tienes razón — le pasé una taza a Nelson— No lo entendería porque tú no me cuentas nada, solo me ocultas las cosas. ¿Sabes qué? Ya me harté. Siempre tienes que arruinar los momentos en los que estamos bien — dejé la otra taza sobre la mesa con presión — Toma tu cafecito con sabor a marica — salí del despacho. Pude escuchar la risa de Nelson antes de salir.

— ¿Pasó algo? — me chocó Camila en el pasillo.

— No, tranquila — le sonreí — Los chicos son unos bromistas pésimos — escuché unos pasos detrás de mí.

— ¿Qué chiste te contó Nelson ahora? — preguntó Camila, riendo mientras miraba detrás de mí, donde estaban los chicos.

— Ninguno, todavía — respondí, haciendo un gesto extraño que no podía describir. Camila se rió.

— Tenemos que hablar, Antonella — dijo Mikey, acercándose.

— Habla con tu tío — lo miré con los ojos llenos de furia y me dirigí hacia mi habitación. Mikey me siguió y me agarró con fuerza.

— Mikey, suéltame — intenté apartarme de él.

— Deja de actuar como una niña y escúchame de una puta vez — sus palabras me enfurecieron y lo empujé con fuerza.

— ¿Niña? — dije, respirando agitada por la furia.

— Sí, niña, pareces una niña — me miró con los brazos cruzados y un semblante serio.

— Sabes lo que te dice esta niña — me acerqué a él — Jódete, Grace. — Enfurecido por mi respuesta, me agarró del cuello, atrayéndome más hacia él.

— Tú a mí no me hablas así — susurró en mis labios, clavando su mirada en la mía.

— Yo te hablo como me sale del puto coño — respondí, correspondiendo su juego de miradas. Sus ojos de color azul cielo comenzaron a oscurecerse con intensidad.

— Te vas a llevar un buen castigo por hablarme así — apretó un poco más mi cuello, sin lastimarme, con sus grandes manos.

— ¿Qué me vas a hacer? — solté una carcajada — ¿Castigarme sin móvil?

Adicto amor [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora