Capítulo 9

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Mikey

Salí del cuarto de baño y fui directo al armario. Busqué algo cómodo para ponerme y me decidí por un chándal negro. Luego, bajé al comedor donde encontré a Pluto y Camila, mi hermana por parte de madre, colocando los platos y cubiertos en la mesa.

—Hola —saludé, apoyándome en el marco de la puerta.

Camila se giró al oír mi voz y me sonrió, radiante. Dejó las cucharas que sostenía y corrió hacia mí, saltando a mis brazos. La cogí al vuelo, mirándola con cariño.

—¡Mimiiii! —gritó emocionada, llenando mi rostro de besos pegajosos por el gloss que llevaba puesto.

—¿En serio, Camila? —dije, frunciendo el ceño mientras me limpiaba la marca del beso con la mano.

—Ay, ya, que eres un gruñón —respondió, sacándome la lengua antes de bajarse de mis brazos—. ¿Dónde está, dónde está? —preguntó ansiosa, mirando a su alrededor.

—Se está duchando, bajará en un rato —contestó Pluto con una sonrisa, acariciando el pelo de Camila—. Seguro que os llevaréis muy bien.

—Eso espero, estoy nerviosa —respondió Camila con una mezcla de nerviosismo y entusiasmo.

Desde pequeña, Camila había tenido dificultades para hacer amigos, en parte porque cambiaba de colegio cada año. Siempre le había costado socializar, así que ver su entusiasmo me conmovió. La miré con ternura y le acaricié la mejilla, girando suavemente su rostro hacia mí. Ella me devolvió una sonrisa dulce y tierna.

—Me alegra que estemos los tres juntos —dijo Camila con una gran sonrisa, alternando su mirada entre Pluto y yo.

—A mí también me alegra verte, pequeñaja —Pluto le revolvió el pelo, haciendo que Camila protestara con un puchero mientras intentaba arreglárselo.

...

Después de unos minutos de conversación, vi cómo Antonella bajaba las escaleras. Llevaba una camiseta de tirantes negra, un pantalón de chándal gris, pantuflas con forma de perrito y un moño alto algo despeinado. No pude evitar pensar que, a pesar de su look relajado, seguía siendo impresionante.

—Hola, Antonella. Mira, te presento a Camila, hermana de Mikey y mía —dijo Pluto señalando a Camila.

—Hola... —respondió Camila con timidez, una actitud sorprendentemente opuesta a su energía anterior.

—Oh, hola, un gusto. Yo soy Antonella —respondió Antonella, sonriendo con una calidez que parecía genuina.

—Yo Camila, aunque eso ya lo sabes —rió Camila, logrando que ambas soltaran una pequeña risa compartida.

Las observé, intentando captar el motivo de su risa, pero no lo conseguí.

—¿Podemos comer ya? Tengo hambre —interrumpí, mirando a los tres con una expresión que casi rogaba por comida.

—Eso, eso, Nancie ha preparado un banquete —comentó Pluto con una sonrisa.

Nos sentamos a la mesa; Pluto a mi lado, seguido de Camila y luego Antonella. Comimos tranquilamente mientras mi hermana y Antonella charlaban sin parar. Era sorprendente lo bien que se llevaban, como si se conocieran de toda la vida.

Al terminar, Nancie, la empleada, comenzó a recoger la mesa con la ayuda de todos, menos de la mía.

—Hermanito, ¿podemos ir al centro comercial Antonella y yo? —preguntó Camila ansiosa, mirándome con ojos suplicantes.

—Está bien, pero yo las acompaño —respondí mientras me levantaba de la mesa.

—No necesitamos niñera —dijo Antonella, mirándome con disgusto, como si no hubiéramos estado muy cerca en la ducha hace nada.

Adicto amor [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora