Capítulo 18

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Fruncí el ceño al notar cómo los rayos de sol iluminaban mi cara.

— Maldita luz — susurré, maldiciendo entre dientes.

Abrí los ojos lentamente, intentando ajustar mi vista al entorno, pero la intensidad de la luz me lo impedía. Sentía una ligera presión en los músculos, especialmente en las piernas y la parte baja de la espalda, como si hubiera realizado un esfuerzo físico intenso la noche anterior. Decidí girarme, dándole la espalda al sol para evitar que me molestara más. Mi rostro quedó justo frente al de Mikey, que dormía plácidamente. Era la primera vez que lo veía dormir tan de cerca.

— Qué ternura... — murmuré, sonriendo con suavidad.

Llevé una mano hacia su rostro y acaricié con delicadeza sus mejillas suaves. Se veía tan tierno en ese momento, casi irreal. La luz del sol acariciaba su melena oscura, sus brazos y torso desnudos, resaltando las venas que recorrían su cuerpo. Parecía una escultura, una obra de arte viva.

Mis manos comenzaron a deslizarse por su abdomen, sintiendo cada músculo marcado bajo mi toque. Con cuidado, aparté las sábanas que cubrían su cuerpo esculpido y dejé que mis dedos recorrieran su pelvis, delineando la forma de su "V".

— ¿Disfrutas de las vistas? — Mikey habló de repente, sobresaltándome.

— ¡Mikey, por Dios! — exclamé, llevándome una mano al pecho, tratando de calmar el latido acelerado. Lo miré con fingida molestia.

— Así que te parezco tierno, ¿eh? — comentó con una sonrisa ladeada, esa que tanto me desarmaba.

Hace solo unos momentos, parecía un niño inocente, y ahora, con esa sonrisa y la voz ronca, se transformaba en todo un modelo irresistible. ¿Cómo era posible?

— ¿En qué piensas, preciosa? — murmuró, rodeando mi cintura con sus brazos, acercándome a su cuerpo desnudo.

— En lo guapo que eres recién despertado — confesé, acariciando sus hombros y mirándolo a los ojos.

— Espero que hayas disfrutado, porque no me verás así muy seguido — susurró antes de acercarse a mi cuello y empezar a besarlo.

Sonreí, echando la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos mientras mordía mi labio inferior.

— Mmh... Mikey... — gemí suavemente, sintiendo cómo sus labios y dientes dejaban su marca en mi piel — Es una buena manera de empezar la mañana — añadí con una sonrisa traviesa.

—Sí...— contestó mientras su lengua descendía por mi hombro, explorando con lentitud el contorno de mis pechos.

— Eh, eh, eh, alto ahí, Mikey — lo detuve, cubriéndome rápidamente — Tengo hambre, así que tendrás que esperar.

— Yo tengo hambre de ti — replicó, alzando una ceja y esbozando una sonrisa pícara.

— Pues te aguantas — le respondí, dándole un beso rápido antes de levantarme de la cama, completamente desnuda, ofreciéndole un espectáculo gratuito.

 Al moverme para salir de la cama, un leve dolor en la pelvis me hace detener por un momento. El área entre mis caderas se siente sensible, con una especie de tirantez que me hace ser consciente de cada pequeño movimiento. Mi mente se inunda con recuerdos de la noche anterior, mezclados con una extraña combinación de incomodidad y satisfacción.

Mikey me observó de arriba a abajo, entrelazando sus manos detrás de la cabeza como si estuviera viendo una película. Justo antes de entrar al baño, me di un suave golpe en las nalgas, haciendo que rebotaran ligeramente.

— Uff... — soltó un suspiro de admiración, sus ojos fijos en mí.

Reí al ver su expresión de asombro y me dirigí al baño, moviendo las caderas al ritmo de una melodía imaginaria. 

Adicto amor [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora