Capítulo 25

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Antonella

Vine al despacho y vi cómo Nelson entraba rápidamente, con un gesto serio en el rostro.

— Tenemos problemas — dijo, dirigiendo su mirada hacia Mikey.

— ¿Qué pasó? — pregunté, notando cómo Mikey se tensaba a medida que Nelson hablaba. Nelson me miró brevemente, como si quisiera decir: "Está Antonella aquí, no puedo decírtelo ahora".

Mikey miró a Nelson y me tomó de la mano.

— Está bien, que se quede — respondió Mikey, sorprendiéndome con su decisión. Pensé que me pediría que saliera.

— Bueno — dijo Nelson, acomodándose en uno de los sillones frente al escritorio — Ya hemos descubierto lo que está planeando Alonso.

Lo miré con atención; este tema me interesaba profundamente.

— Dime — respondió Mikey con un semblante grave.

— Alonso en realidad no quería a Antonella. Su verdadero objetivo era traficar con mujeres — soltó de repente, causando confusión. O no se había explicado bien, o yo no entendía.

— ¿Cómo? — pregunté, sintiéndome confundida.

— A ver, Alonso descubrió al topo dentro de la organización. Le hizo creer que quería capturar a Antonella para poder ejecutar su plan secreto sin levantar sospechas — explicó Nelson, haciendo una pausa para tomar aire. — Su plan es drogar a mujeres con heroína, violarlas y luego enviarlas a otros países para que hagan lo mismo o mantenerlas como trofeos.

La heroína era una droga extremadamente peligrosa que adormecía o domesticaba a quien la inhalara o la oliera. Era una de las drogas más temidas del mundo.

Mikey, con la mano en la cara, estaba claramente molesto. Intentaba controlar su furia, pero su respiración acelerada y su piel temblorosa revelaban la rabia que sentía.

— Dios mío, es un animal — dije, incapaz de articular más. No podía creer cómo una persona podía albergar tanta maldad. La mamá de Mikey, Camila, y ahora esas chicas...

¿Qué coño le pasa a ese hombre?

— Tenemos que salvarlas — dije, tratando de sonar firme.

— ¿Estás loca? — Mikey respondió con molestia, frunciendo el ceño.

— Loco está tu padre. Mikey, no podemos dejar esto así. Esas mujeres no merecen un destino tan cruel y atroz — lo miré, con los brazos cruzados, intentando convencerlo. Pero su expresión mostraba claramente que no estaba dispuesto a ceder.

— No.

— Pero, Mi...

— ¡Que no! — golpeó la mesa con fuerza, haciendo que temblara.

La ira me embargó.

— ¡Eres un egoísta de mierda! ¡Solo piensas en ti mismo y no en los demás! — me levanté de sus piernas, furiosa — ¡Esas pobres chicas van a ser enviadas a ser violadas y torturadas, y tú dices que no!

— ¡Cuanto más lejos estemos de los problemas, mejor! ¡No podemos complicarnos más! — Su declaración me golpeó con la fuerza de un puñetazo, dejándome atónita. Era como si me hubiera dado una cachetada. La persona más justa que conocía estaba hablando con una frialdad impactante.

— Mikey, ¿como vas a decir eso?. Esas pobres mujeres están pasando por algo horrible. Podríamos ser cualquiera de nosotras, Camila, o incluso yo. Por favor piensa un poco — negué, intentando procesar lo que escuchaban mis oídos. No podía creer lo que decía.

Adicto amor [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora