Capítulo 31

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Beto

Me despertó el sonido de un celular. Paseé la mano por la cama aún con los ojos cerrados y, al no sentir nada, me levanté a rastras para encontrarlo. Lo saqué de alguna prenda de ropa que en el momento no identifiqué y cuando leí el nombre en la pantalla, fruncí el ceño sin entender.

¿Maju me estaba llamando?

—¿Hola? —dije, siendo más sueño que persona.

—¿Cla...? No eres Clara.

Sonreí al reconocer su acento. Y luego me di cuenta de dos cosas: primero, que no me estaba llamando a mí; y segundo, que parecía estar llorando. Separé el teléfono de mi oreja y vi que no era mi celular, sino el de clarito de luna.

—Hola, Maju, te habla Beto —dije en voz muy baja para no despertarla.

Se aclaró la garganta.

—¿Qué haces con el celu de Clara?

—No reconocí que era el suyo, estaba medio dormido. Clara sigue acostada, si es urgente tu llamada puedo despertarla.

—¿Sigue acos...? Ah... Entendí. Bueno, este... —la escuché tan incómoda que intenté no reírme—, no, no era urgente. Guau, no puedo creerlo. Al fin, diosito. Ehm, no la despiertes, ya le hablaré luego.

Salí al balcón y cerré la puerta corrediza detrás de mí.

—Maju... ¿estás bien? —pregunté con mucha más seriedad que antes.

—No creo que sea bueno que lo hable contigo, no me malinterpretes. Me caes genial y me encantas para Clari, pero eres amigo de Santi y... —Hizo una pausa—... Si él se entera de que hablamos, ¿puedes decirle que estoy muy bien y que ni siquiera mencioné su nombre?

Torcí los labios.

—Prefiero no comentarle que conversamos. Aunque él sea mi amigo, también te tengo cariño a ti. Sé que no lo hablarás conmigo, pero quiero que sepas que todos te queremos y que lamentamos que ustedes dos estén pasando por esto.

—Gracias, rubito. —Sorbó por la nariz como si todavía estuviera llorando—. Dile a Clari que me llame luego, ¿sí? Ah, y cuídala mucho.

Miré en dirección a la cama y sonreí.

—Te sorprendería ver cómo mi clarito de luna se ha vuelto una experta en cuidarse a sí misma. Pero no te preocupes, ahí estaré por si necesita de mí. Le diré que la llamaste.

Se despidió y finalizó la llamada. Me sentí un poco incómodo en medio de esa situación porque no le había mentido a Maju: claro que le guardaba cariño; todos lo hacíamos. Y al mismo tiempo, era como si hablar con ella o tenerle ese aprecio significaba traicionar a Santi.

Entré a la habitación y dejé el celular en la mesita de noche, decidido a no pensar más en eso. Cuando estuve junto a la cama, Clara despertó y le tomó algunos segundos darse cuenta de dónde estaba y lo que habíamos hecho la noche anterior. Por suerte, no salió corriendo ni pareció desencantada, al contrario: se sentó y me miró con una sonrisa embobada.

—Buenos días, bella durmiente —musité.

—¿Se supone que tú eres el príncipe que viene a despertarme con un beso? Porque no te veo ocupándote de tu tarea.

—No creo tener material de príncipe, pero con gusto me hago pasar por uno si con eso puedo robarte un beso.

—No me lo estarías robando, yo te lo estoy pidiendo.

—Ayer no me querías ni hablar porque no te habías cepillado los dientes y hoy quieres que meta la lengua en la garganta y hasta me hiciste participar en un trío. ¿Qué debo esperar de ti mañana? ¿Una orgía?

Alternativos © [Indie Gentes #2] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora