Capítulo 37 - parte I

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Clara

El departamento de Max era pequeño y bastante desorganizado. Me sorprendía que Luis pudiera visitarlo sin que su obsesión por la limpieza saliera a relucir.

—¿Estás lista? —me preguntó Max, del otro lado de la mesa sobre la cual había puesto un par de micrófonos profesionales. A través de su computadora controlaba la grabación y, tanto en su puesto como en el mío, estaba la hoja de preguntas que había preparado.

—Lo estoy si tú lo estás. —Le sonreí y escondí un mechón de pelo detrás de mi oreja. Estaba bastante nerviosa.

—Nada de hacerle ojitos, eh. —Desde la cama, Luis me lanzó una bola de papel cerca del rostro y lo vi reírse de mi expresión—. Es broma. Relájate y deja que fluya. Lo harás bien, reina del drama.

Dicho eso, volvió a acostarse, ponerse los audífonos y olvidarse que nosotros existíamos. Pillé una mirada embobada de Max hacia él, pero de inmediato recompuso su seriedad, como si no quisiera que me diera cuenta de que estaba muerto por mi amigo. Para complacerlo, fingí que no había visto nada.

No tenía mucha idea de qué diría en el podcast de Max porque en las últimas tres semanas me había quedado sin trabajo y sin nada asombroso que decir sobre mi vida. Había subido un par de videos en YouTube tocando con torpeza mi guitarra y cantando canciones originales, sin embargo, las fans de Indie Gentes tomaban todas mis letras como indirectas para los chicos.

Sí, eran indirectas, pero perdían la magia si la gente descubría para quién eran.

También subí fotos que me había tomado en Bogotá y Cozumel a mi Instagram. Para mi sorpresa, un par de marcas de ropa chiquititas me escribieron para «colaboraciones». El trato era que yo vistiera su ropa, me tomara un par de fotos, y los etiquetara en redes sociales. No había dinero de por medio, pero no me importó porque: uno, necesitaba muchos más seguidores para ser una verdadera influencer; dos, me venía bien tener ropa nueva.

En cuanto a cómo comería y pagaría el alquiler a partir del siguiente mes... Acudí a mi hermano mayor con el rabo entre las patas, pidiéndole la ayuda que no le había pedido al irme de casa. Ya fuera porque Matías era un pedazo de cielo o porque se había separado de la bruja de su esposa —sí, ¡había terminado con Alicia!—, se puso a la orden para ocuparse de mis gastos de vida.

—Bienvenidos a un nuevo episodio de Renegados. Les saluda Max Freyre y hoy cuento con una invitada muy especial. Algunos la conocerán por sus redes sociales, otros por lo que algunos blogs han mencionado, y otros por haberla visto en algunas campañas electorales acompañando a uno de los políticos más nombrados del país. Sin embargo, creo que no soy el único al que le interesa conocer su historia, contada por ella misma. Sin más preámbulo, les presento a nuestra invitada de hoy: Clara Ponce. Bienvenida.

Tras aquella introducción, entendí qué fue lo que vio Luis en él durante la primera entrevista que le hizo Max. Era como si estar frente a un micrófono lo transformara en una persona distinta, su voz cambiaba a una más grave, seria, incluso provocativa; sus ojos se concentraban solo en su invitado —en este caso yo— con curiosidad y aliento; sus manos transmitían y daban potencia a lo que pronunciaba. Hasta me sentí intimidada por su perfecta dicción.

—Muchas gracias por invitarme, Max. Es un placer gigante poder estar contigo hoy —respondí con suavidad, causando que me sonriera.

Otra cosa en la que Luis tenía razón: el piercing en su labio inferior sí podía hechizar a cualquiera.

—Cuéntanos, Clara, ¿en qué andas en este momento?

—La verdad... estoy en una etapa de redescubrimiento, de evaluar qué quiero y hacia dónde puedo canalizar mi talento y mis energías. —Era una forma bonita de decir que estaba desempleada. Tomé aire y seguí—: Admito que esta semana tuve mis dudas sobre si dar la entrevista o no. No a todo el mundo le gusta escuchar a las personas que siguen descubriéndose.

Alternativos © [Indie Gentes #2] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora