Capítulo 08

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Beto

—Recuérdame porqué estamos haciendo esto —pedí.

Luis rodó los ojos mientras marcaba en el tablero el piso al que nos dirigíamos. Le di un sorbo al café con leche que tenía en la mano, pidiéndole a la cafeína que me regalara un poquito de motivación para ese día.

—Podemos conseguirnos otro baterista —contestó él.

—No continuarían sin mí. —Me encogí de hombros y le dediqué una sonrisa victoriosa. Creo que la banda no seguiría si alguno de nosotros decidiera separarse—. Sabes que me gusta lo que hemos logrado, pero unas vacaciones más largas no hubieran estado mal. Hemos trabajado de forma corrida casi por dos años.

—Todos los grandes artistas tienen que sudar la gota gorda al inicio para poder llegar a la cúspide.

Ahora fui yo quien rodó los ojos con pereza.

—Lo sé. Dios, a veces te tomas todo lo que digo demasiado a pecho —me quejé—. Nada más compartía contigo cómo me siento. Bájale un cambio.

Se quedó callado y agradecí el silencio. No eran ni las ocho de la mañana y lo último que me provocaba era que me sermonearan antes de una reunión de trabajo.

Llegamos a la sala de reuniones y Sara nos recibió con una sonrisa, muy característico de ella. En la mesa ovalada se encontraban Led con su tablet en manos y las ojeras más marcadas que nunca, Nirvana concentrada en algo en su celular, Jo Kleiman que parecía ocupado revisando unos documentos, y una mujer que no conocíamos y que nos miró con cierta curiosidad.

—Buenos días por la mañana —saludé.

—Buen día —habló Luis a mi lado, serio.

Fuimos saludando a cada uno de ellos con un beso en la mejilla hasta que llegamos a la señora que no conocíamos todavía y que nos extrañó encontrar en tal reunión.

—Chicos, ella es Eleonora Torres —nos la presentó Led. La mujer en cuestión era una señora quizás entrada en sus cincuenta años, con un cabello rubio y rizado que llevaba por encima de la quijada. Iba bastante arreglada y su perfume era tan fuerte que hice lo posible por no estornudar—, cuando lleguen todos les comentaremos porqué ha venido a esta reunión, pero les adelanto que son buenas noticias. —Se giró hacia ella y le sonrió—. Eleonora, ya debes conocerlos, ellos son...

—Beto y Luis, claro. —Ella asintió y nos echó una mirada breve pero suficientemente escudriñadora—. No solo tuve que ver todos sus videos y entrevistas, sino que mi hija los adora, especialmente al pelirrojo. Mi hijo mayor tiene una banda y siempre ensayan con sus canciones.

—Qué bueno. —Le sonreí, sin saber qué otra cosa decirle.

Luis y yo nos sentamos en dos de los asientos libres y no mucho después llegó Pacho, todavía con el pelo húmedo. Conociéndolo, se habría dado una ducha rápida tras haberse quedado dormido y se habría vestido casi que sin secarse el cuerpo. Me dio una palmada en el hombro mientras que a Luis lo besó sonoramente en la mejilla solo para fastidiarlo.

—¿Qué hay, gente? —Nos sonrió a todos. Él siempre estaba de buen humor, pero en ese momento parecía salido de un comercial de bebidas energizantes—. Qué bella mañana soleada, ¿no? —Fue abrazado a cada uno de los presentes por detrás, hasta que llegó a Eleonora.

—Pacho —llamó Led para evitar que nuestro amigo fuera muy imprudente—, ella es Eleonora, ya te...

—Un bello nombre para una bella dama —contestó él, interrumpiendo a nuestro mánager y besándole los nudillos a Eleonora, que, aunque lo disimuló muy bien, terminó sonrojándose. Kleiman y Led estuvieron a punto de sufrir un infarto.

Alternativos © [Indie Gentes #2] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora