Capítulo 04 - parte II

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Recuerden que hay doble actualización. Así que no han leído la parte 1, devuélvanse.♥

CLARA

El pánico ayudó a que mis sentidos se despertaran un poco y me apresuré hasta llegar a la barra donde no me importó hablarle mal al bartender.

—¡Me robaron! —chillé, el alto volumen de la música impidió que demasiadas personas me escucharan, solo las que estaban más cerca de mí—. ¿No pueden avisarle a seguridad para que busque al ladrón? ¡Se pueden revisar las cámaras!

El pobre chico palideció, no supe si ante la noticia del robo o mi expresión.

—¿Ya intentó buscar en su bolso?

Entorné los ojos y le dediqué una mirada que solo lo intimidó más.

—Por supuesto que ya hice eso, no soy tarada.

—¿Dónde fue la última vez que lo vio? Probablemente lo dejó en algún sitio sin quererlo.

—No lo perdí. Me lo robaron. Me lo sacaron de mi cartera.

—¿Le quitaron algo más además de su celular?

Buena pregunta, no me había acordado de ese detalle. Hurgué una vez más entre mis cosas y encontré mi monedero, con todo mi dinero en efectivo sin tocar y mis documentos en orden. Solo se habían llevado mi celular.

Traté de recordar el último sitio donde había usado mi teléfono. ¡El baño! Me apresuré, sabiendo que no lo había dejado allí pero sin perder la esperanza de que quizá si fuera un poco torpe y solo lo hubiera olvidado.

No estaba en la zona de los lavamanos así que registré los cubículos, mas no encontré nada. Sentí la rabia acumularse, no obstante otra necesidad se hizo más fuerte. Me encerré en uno de los cubículos y me dispuse a hacer el número uno. Había bebido más de lo normal y poder sacarlo de mi cuerpo era todo un alivio.

Cuando estuve a punto de salir del cubículo, reconocí las voces que entraron al baño. Solo por curiosidad, me quedé en mi sitio y me dediqué a escuchar.

—Tampoco entiendo qué es lo que le ve —se quejó Mercedes—. Es linda mas no es la gran cosa. ¿Has visto lo flaca que está? Seguro se volvió anoréxica.

—No me sorprendería —contestó Sol.

—El mismo Jeremías me dice que a veces se aburre, sin mencionar que apenas están teniendo sexo y cuando lo tienen, dice que Clara no da la talla.

Mi boca se abrió en una "o" gigante a la vez que sentí como si un abismo dividiera mi pecho. ¿Mi novio le había dicho eso a ella? Más allá de aquello, ¿Jeremías se aburría de mí? ¿Pensaba que yo... «no daba la talla»? Me sentí avergonzada... Incluso humillada.

—Pues si no practica, peor terminará cogiendo —añadió Sol.

Alguna de ella suspiró.

—No me sorprende que me buscara a mí. La última vez, después de que me llevara a cenar a La Rosa Negra, no pudimos dejar de hacerlo en una de las casas de su familia en Tigre. Tenías que escucharlo susurrándome mil veces que lo hacía mejor que Clara.

—¡Merce! —exclamó Sol, asqueada— No te pedí detalles.

El nudo en mi garganta se hizo tan grande que empezó a doler. Mordí mis labios para contener las ganas de llorar que me entraron y tuve que mirar al techo para no derramar lágrimas.

La Rosa Negra era el restaurant donde Jere y yo habíamos tenido nuestra primera cita y donde celebrábamos cada aniversario o alguna victoria especial. Era nuestro sitio. De la misma forma en la que él me había llevado decenas de veces a su casa en Tigre, solíamos escaparnos los veranos y pasar todo el día en la pileta, llevando sol, más de una vez llegamos a hacer el amor allí.

Alternativos © [Indie Gentes #2] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora