Epílogo

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Luis

No supe cuánto tiempo pasé ahí, contemplando el contraste del color de mis zapatos con el verde eléctrico del césped de aquel amplio lugar. No dejaba de recapitular todo lo que había vivido en los últimos años preguntándome si había sido capaz de aprovechar cada segundo, si no tenía algún arrepentimiento.

Todos los seres humanos teníamos arrepentimientos, y en mi caso, me alegraba saber que ninguno de estos me quitaba el sueño. Desde aquella primavera en Buenos Aires en la que mi mejor amigo nos advirtió que las cosas cambiarían, empecé a tomarme aún más en serio las oportunidades que surgían frente a mí. Y quería creer que cada uno de mis hermanos también.

Decidí caminar un poco, alejándome del grupo de personas que permanecía dándose apoyo entre lágrimas. Mis amigos no estaban a la vista así que me propuse encontrarlos, sabía que ellos estarían tan destrozados como yo. Si es que no más.

Bueno, uno de ellos estaba hecho polvo.

Mis ojos se perdieron en la aparente inmensidad del lugar, en cómo el verde de los árboles se fundía con las incontables flores de distintos tipos y colores. Lo irónico era que por más colores preciosos que hubiera para darle vida, era un sitio de muertes.

A medida que miraba las lápidas, me recordé cuán corta y efímera podía ser la vida y cuán agradecido debía estar por tener cada día una nueva oportunidad para buscar la felicidad.

Con el primero que me topé fue con Pacho. Sus ojos estaban tan rojos como su pelo y guardaba las manos en su pantalón negro, como el resto de su ropa.

—Estar aquí ayuda, antes no podía respirar —musitó—. Me siento culpable al no estar con los demás, pero no creo que mi presencia ayude a nadie. Odio los funerales.

—Lo sé.

Si bien había soltado unas lágrimas, yo no había llorado tanto. No era como si no me doliera, al contrario, sentía un vacío gigante en el pecho, pero creo que no terminaba de asimilarlo. Me tomaría días, incluso semanas.

—¿Santi está por acá? —le pregunté con un nudo en la garganta. Él asintió—. ¿Te parece si nos acercamos? Es un momento difícil para todos.

Con una mirada de ojos caídos aceptó y ambos nos pusimos en movimiento. Me guio durante un rato hasta que encontramos a Santi con una expresión llena de abatimiento y dolor, mientras Beto estaba sentado a su lado con los brazos apoyados en las piernas y la cabeza agachada.

—Quisiera decir que este año ha sido una mierda —murmuró Santi—, pero tampoco sería justo. Necesito un respiro de todo esto. ¿Por qué siento que todo el mundo siempre se va?

Sí, era injusto decir que habíamos tenido un mal año cuando recién habíamos cerrado una exitosa gira internacional. Desde que cambiamos de discográfica nos convertimos en lo que cientos de periodistas llamaban un «fenómeno mundial», porque incluso nos habíamos presentado en Estados Unidos, Brasil, Reino Unido e Italia. Países que hablaban un idioma distinto al nuestro.

Pero con el éxito llegaron las complicaciones, las oportunidades individuales, los problemas internos... La pregunta que ahora se mantenía entre nosotros era: ¿seguiríamos juntos después de lo que vivimos en la última gira?

Aún no lo definíamos, pero Damián nos estaba exigiendo una respuesta pronto.

Y haberla perdido a ella no ayudaba mucho.

—¿Qué haremos ahora? —preguntó Beto con la voz rota.

—Nos vamos a Buenos Aires —dije—. Allí decidiremos qué hacer con la banda. Si es que todavía queda una banda.

Siempre habíamos imaginado que si Indie Gentes se separaba, sería porque ya no nos sentíamos como una familia. No obstante, a pesar de los problemas entre nosotros, el cariño se mantenía intacto. Seguíamos siendo los mismos cuatro chicos cuyo vínculo se basaba en lo más puro de nuestras vidas: la música.

Era irónico que justo nuestra música estuviera a punto de desaparecer.

—¿Y si no nos queda una banda a la cual regresar? —preguntó Pacho con dificultad.

Los cuatro nos miramos.

—Mantendremos lo que dijimos en la boda de Beto. Antes de cualquier otra cosa, ya teníamos una familia: nosotros cuatro —respondí, sintiendo un nudo en mi estómago y la nostalgia invadirme—. Si nos quedamos sin una banda a la que regresar, quiero creer que al menos nos quedará esta familia disfuncional pero sincera.

Ellos asintieron. Santi y Beto se pusieron de pie y limpiaron el remanente de sus lágrimas.

—Volvemos a Buenos Aires entonces —asintió Beto.

Le dediqué una sonrisa triste.

—Volvemos a casa.


Les prometo en la siguiente novela tendremos respuestas

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Les prometo en la siguiente novela tendremos respuestas.

¿Qué creen que pasó?😭

¿Qué les pareció la novela en términos generales?

Bueno ahora sí doy mis palabras finales, que pueden resumirse en un eterno y gigantesco GRACIAS. ❤ Espero que esta historia les haya dejado el mensaje de que está bien perdernos hasta que encontremos nuestro camino, que nuestras amistades pueden ser nuestra familia, y que es importante ser fieles a nuestros sentimientos y a nosotros mismos.❤

Gracias por querer a mis chicos, NUESTROS chicos. Gracias por los edits, por los fondos de pantalla, por las camisas, por cada detalle. Gracias por acompañarme en esto y darle vida a mis personajes.

Lxs amo tanto.

Nos leeremos de nuevo en Resonantes, el libro #3🥕, y tal vez haya uno de Mica (#2.5). 

Gaby❤

PD. No puedo creer que cerráramos la novela con la cifra justa de 200K lecturas. Son increíbles por dios😭❤ Vamos por más, amores. Seguimos.❤

❤

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Alternativos © [Indie Gentes #2] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora