Capítulo 06

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CLARA

Ya fuera por condescendencia o por incomodidad, no volvieron a tocar mis «problemas familiares» durante el resto del desayuno.

Todos los temas de conversación parecían girar en torno a sus últimos conciertos, a lo que se había hablado de ellos en un programa de chismes de famosos, y en las noticias que Led quería darles la tarde siguiente. Sobra decir que me sentí completamente excluida porque no conocía a las personas a las que hacían referencia, e incluso gran parte de la conversación me pareció tediosa. Pacho y Beto intentaron incluirme varias veces hasta que notaron que ni entendía ni quería entender. Lo único que deseaba era resolver mi situación.

Estaba tan desesperada por terminar el desayuno que me ofrecí a ayudar a recoger todo sin importarme las miradas de tedio que me dedicó Luis.

—¿Te han enseñado la casa, Clarita? —me preguntó Pacho, recogiendo un par de cuchillos que se me habían resbalado al intentar no mancharme con la grasa de un plato.

—No —contesté. Al darme cuenta de sus intenciones le detuve—, pero tampoco es necesario. No creo que mis padres se hayan tomado en serio lo de dejarme sin dinero, así que reservaré una habitación de hotel hasta que...

¿Hasta que qué? ¿Hasta que llegara Santi? ¿Era apropiado quedarme en su casa siendo él el novio de una de mis amigas? ¿Y si Maju lo malinterpretaba?

Escuché un bufido desde la esquina de la cocina. Luis negaba con la cabeza como si mi idea fuera la más idiota de la vía láctea.

—Si haces eso, estarías cometiendo el primer error de la que será una gran y larga lista de errores —apuntó con fingida indiferencia.

Beto y Mily habían desaparecido de nuestra vista, así que solo nos quedamos Luis, Pacho y yo en la amplia cocina.

—No sé si tenga muchas opciones mientras descubro qué hacer con mi vida.

—Si no tienes casi opciones y tu dinero es limitado, lo más estúpido que puedes hacer es gastarlo en un hotel cuando Santi te dijo que te quedaras aquí —zanjó Luis.

—Lo último que deseo es incomodar.

Por no mencionar que él, como anfitrión no me quería allí. No necesitaba ser lectora de mentes para saberlo. Y aunque en el remoto caso de que Beto sí me quisiera allí, algo me decía que mi estadía podría generarle problemas con su novia, considerando que yo le había gustado durante un tiempo.

—Bueno pero si tanto problema hay —intervino Pacho, que se encontraba en el medio de los dos— Clara se puede quedar conmigo. Si después nace el amor entre nosotros, dile a Beto que lo siento.

No supe si aquello debía causarme gracia, si debía sentirme agradecida o simplemente preocupada. Sin embargo, lo dijo de una forma tan inocente y juguetona que no pude evitar reírme. Creo que era la primera vez que reía desde que había salido de casa, y aunque no habían pasado ni doce horas, para mí había transcurrido una eternidad.

—Por lo menos te hice reír —añadió—, ¿ves? Podemos ser compañeritos de casa.

—Agradezco mucho la invitación —respondí—. Pero...

—Santiago llega mañana, así que lo mejor es que te quedes acá hasta que veamos cómo podemos ayudarte —comentó Luis.

—Bien —convino Pacho—, entonces te enseñaré la casa, Clarita.

Me hizo un gesto con la mano para que lo siguiera mientras él salía del sitio. La situación era un poco confusa, no obstante, decidí dejarme llevar. Ya luego les pediría un teléfono para llamar al banco y ver si las palabras de mis padres eran solo eso: palabras.

Alternativos © [Indie Gentes #2] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora