Capítulo 02

12.5K 1.5K 1.3K
                                    

Clara

Todos los flashes cayeron sobre mí en el segundo que puse un pie en aquel salón.

Difícil no hacerlo, hasta yo misma reconocía que el vestido que me habían escogido para una de las noches más importantes del mes era de otro planeta. Largo y con lentejuelas platinadas y doradas que caían con gracia en la seda, y que para rematar, contaba con un escote revelador, sensual, y al mismo tiempo refinado.

A mi derecha, mi papá posaba con su sonrisa tan practicada que le lucía espontánea y natural. Su mano sostenía mi cintura. Mientras mi madre a mi izquierda se acoplaba a la foto familiar con el mismo porte y estilo que yo había heredado.

Después de extensos minutos de flashes y preguntas rutinarias de periodistas, nos hicimos paso en aquel salón donde se celebraría el aniversario de uno de los periódicos más antiguos y emblemáticos del país. Todas las personas «importantes» e influentes habíamos sido invitadas: políticos, activistas sociales, periodistas, actores, escritores, músicos, y uno que otro famoso de redes sociales.

Jeremías tenía planificado asistir con su propia familia. Llegarían algunos minutos tarde, por lo que me tocaría lidiar con las preguntas sobre mi compromiso completamente sola —todavía no lo habíamos celebrado, pero el anillo en mi anular dejaba en claro que estaba cerca de convertirme en una novia—.

Reconocí a algunos compañeros del colegio, sin embargo sabía que Marina no vendría. Ella y Ricky se encontraban estudiando francés en Quebec y no regresaría hasta dentro de dos meses.

—Hugo, qué placer —saludó un diputado a mi padre mientras se acercaba a nosotros. Con el mismo ánimo nos dio a mi madre y a mí besos en las mejillas, destilando un aroma que entremezclaba una colonia refinada y whisky—. Lucrecia cada vez luces más joven, y Clara tú cada día estás más preciosa.

No pude sonreír, no cuando el adjetivo «preciosa» había salido de sus labios después de observar mi escote. Estaba acostumbrada de todas maneras. No era el primer hombre mayor —y con familia, además— que me hacía comentarios como aquel sin mucho pudor.

—Sergio, ¿cómo estás? Desde que entraste al congreso se ha hecho difícil verte la cara —comentó mi padre en tono de broma, pero sabía que existía algo recriminatorio en su comentario.

Tanto ellos como mi madre se sumergieron en una conversación sobre la actualidad política, que, aunque me interesaba, preferí emprender la búsqueda por personas con las que me sintiera más en confianza.

¿Quién me entendía? Quería formar parte de aquel mundillo y al mismo tiempo huía cada vez que se me presentaba la oportunidad. No era como si yo fuera tímida, porque en realidad no lo era. Simplemente algo no me permitía eliminar algunas barreras.

Acepté una copa de champán que me ofreció uno de los camareros y continué con mi escaneo impetuoso en aquel salón, hasta que alguien tocó mi hombro.

—Si no lo veo, no lo creo —mencionó Fernanda, una de mis ex compañeras del colegio bajando la mirada al anillo en mi mano—. Felicidades, qué emoción que vayas a ser la esposa de Jeremías Kessler. ¿No ibas a terminar la facultad primero?

La miré con una ceja enarcada.

Jamás me había agradado Fernanda, o no del todo. Ella era de las que solían entrometerse en la vida de los demás y chusmear en exceso, justo el tipo de persona que me gustaba evitar.

—Fernanda. —Le sonreí con la misma hipocresía que ella me estaba dedicando—. No sabía que estábamos en el siglo XIX. Juraba que en nuestra época la gente podía casarse y continuar estudiando.

Alternativos © [Indie Gentes #2] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora