Capítulo 24

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Luis

Desperté con un dolor de cabeza punzante.

Al girarme en la cama con molestia, choqué con un cuerpo. Me asusté hasta que recordé los sucesos de la noche anterior. A mi lado, Clara dormía como las princesas de las películas de Disney: en una posición perfecta, con el cabello intacto, y una expresión de paz. Lo único que le faltaba era brillo labial y que pájaros cantores se asomaran por la ventana para sentir que estaba dentro de un cuento de hadas.

Me incorporé y me escabullí de la habitación sintiendo una grave resaca moral. ¿En qué carajos había estado pensando como para besarla de esa manera? Era Clara Ponce, el crush no superado de mi mejor amigo, la única persona que por regla de amistad debería mantener lejos de mis labios y de mi entrepierna. Tampoco sabía qué era peor: el impulso de besarla, el haberlo disfrutado, o que se me bajara la erección en el proceso.

Busqué mi celular en el estudio y me dirigí a la cocina para tomarme un vaso de agua mientras preparaba café. Me estrujé el rostro con fuerza sin poder creer las estupideces que estaba haciendo últimamente, y más allá de todo, la frustración que me generaba.

—¿Estás bien? —escuché la voz de Clara y me giré para verla, un poco nervioso—. Buenos días.

Llevaba puesto uno de mis pijamas más antiguos que le quedaba gigante y lucía adormilada. Tragué saliva con fuerza sin saber cómo debía abordarla. ¿Ella tendría expectativas? ¿Estaría esperando a que la tratara diferente?

—Hola. Sí, estoy bien.

—Parece que has visto un fantasma. —Se recostó de la cocina, justo a mi lado, y observó cómo servía café en dos tazas. Yo permanecí tenso, sin saber cómo abordar el tema—. ¿Harás desayuno?

—Si tienes hambre puedo hacer un poco.

De inmediato ella buscó mis manos para detenerlas, causando que casi derramara café en el mesón. Me solté sin brusquedad y ella se cruzó de brazos, frunciendo los labios y enarcando una ceja con una expresión antipática.

—¿«Si tienes hambre puedo preparar un poco»? —repitió—. ¿De verdad? ¿No se supone que tendrías que decir algo como «eres una confianzuda, estoy esperando a que te vayas de mi casa pronto»?

Resoplé.

—Si te trato mal, te quejas. Si te trato bien, te quejas.

Suspiró y se relajó un poco. En su mirada leí que estaba empezando a sacar conclusiones, así que preferí introducir de una vez al tema antes de que ella escogiera formas incómodas o imprudentes de preguntar.

—Clara, creo que tenemos que hablar sobre lo que sucedió anoche. —Para mi sorpresa, no respondió nada, solo me miró, expectante—. No voy a decir que no la pasé bien. Pero...

—Está bien, no es necesaria esta conversación. Creo que ninguno de los dos quiere algo más con el otro. Me atrevo a decir que nuestra amistad iba por buen camino, así que no hay que arruinarla por un beso.

—Fue más que un beso —aclaré—. Pudimos haber...

—Lo sé —me interrumpió, con las mejillas sonrojadas—. Pero ¿tú quieres que se repita?

También me puse un poco incómodo ante la pregunta y desvié la mirada unos segundos. No era como si Clara me desagradara. De que pudiera besarla otra vez, podía hacerlo, sin embargo no era lo que deseaba hacer en ese momento.

—No. La verdad es que no.

—Bien. —Torció los labios en una sonrisa—. Tienes cosas con las que lidiar y yo también. De todas formas intentaré no estar muy cerca de ti cuando te emborraches, siempre terminas besándome.

Alternativos © [Indie Gentes #2] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora