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Después de escuchar a Damiano gritando con su hermano Jacopo un montón de barbaridades que me parecen súper divertidas, como por ejemplo lo que han dicho en el vídeo que me ha mandado. Su hermano le preguntaba qué coño estaba haciendo y también le preguntó si era tonto. Damiano, mientras corría, le dijo que le comiera el coño.

Ahora al recordarlo, me estoy riendo.

La pobre Rosa, la madre de estos dos, siempre tiene que estar separándolos aunque adora que ambos hermanos estén juntos. Siempre acaban insultándose y Rosa intenta castigarlos, pero es imposible porque los chicos tienen más de 20 años. Ya son unos muchachos bien crecidos.

Bueno, volvamos a mi relación con esta diosa que es lo que importa realmente.

Han pasado unos siete días entre besos, alcohol y bailes muy idiotas.

Ahora estoy sentado en un sofá de una discoteca y ella está sentada en mi regazo. Sostiene una copa llena de tequila.

Escucho su risa cuando empieza a mover sus caderas en círculos. Trago saliva y me quejo.

¡Está intentando que esté cachondo!

No ha parado de intentar excitarme a todas horas esta noche.

Se colocó delante de mi entrepierna y movió su trasero contra este mientras bailaba.

Pasó su lengua sobre mis labios para luego atrapar mi labio inferior y morderlo antes de besarlo.

Y ahora está en mi regazo y no para de moverse creando fricción.

—Stella, para —le pido y su respuesta es una carcajada.

Me ve y da un buen trago a su bebida, la cual tiene un gran porcentaje de alcohol.

Sé que está borracha y esto me preocupa porque tengo miedo a que le pase algo.

Yo también estoy algo borracho, pero no tanto como ella.

Stella se ríe por cualquier cosa y hace muchas locuras.

—¿No te apetece atacarme? —me pregunta acercándose a mi boca mientras acaricia mi mejilla.

Apesta a alcohol.

—Thomas, eres muy afortunado. Estás con una tía que está buenísima y te niegas a tener placer con ella. ¡Pedazo viejo!

Dice antes de levantarse y perder un poco el equilibro mientras se ríe.

Sostengo su cuerpo y la siento a mi lado.

—Stella, ya basta —le pido preocupado al ver su estado.

—Ay, hermanito, cállate la boca —dice molesta y comienza a reírse acostumbrada a que su hermano le diga eso para detener sus locuras.

Coge su móvil y se lo quito de las manos.

No quiero que le mande ningún mensaje a su hermano ni ningún audio. Si lo hace, estaré muerto.

Dante se preocupa mucho por su hermana y quiere que esté bien.

Stella no está bien ahora.

Me mira molesta y me lanza la bebida en la cara.

Ambos gritamos. Ella sorprendida por lo que acaba de hacer y yo porque el líquido está helado y no me esperaba esto de ella.

Me ve decepcionada y varias lágrimas corren por sus mejillas en silencio.

—Lo siento, Thomas. Lo siento mucho —deja la copa ahora vacía en el suelo.

Stella |Måneskin|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora