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Stella

No paro de moverme de un lado al otro en mi nueva casa desde que leí el mensaje de mi hermano.

"Jorge ha aceptado la invitación. Te pasaré su número por si quieres hablar con él. Ya le he dicho la hora y le he mandado la ubicación"

Dante ha seguido con las prácticas en el hospital. Hoy es su último día allí.

Pronto se graduará en su carrera y empezará a buscar trabajo.

Le ha dicho a Jorge que Thomas y yo lo invitamos a una cena esta noche. Tenemos muchas ganas de verlo de nuevo y agradecerle lo que ha hecho por nosotros.

—Stella, tranquila —dice Thomas colocando sus manos en mis brazos.

—Tranquilo tú.

Reímos y nos abrazamos.

Estamos bastante nerviosos porque esta noche vendrá Jorge a nuestra casa.

Me da un dulce beso en los labios y me lleva a la cama cogiendo mi mano.

Nos acostamos allí mientras tenemos la cuna de nuestra hija a nuestro lado.

Felice está durmiendo.

La mano de Thomas toca mi vientre sin parar de verme.

—No hay bebé —digo intentando no reírme.

No es la primera vez que toca mi vientre después del parto.

Se ha acostumbrado a tocarlo. Tanto que se queda dormido siempre cuando lo toca.

Ahora tengo una barriga más grande que antes de estar embarazada, pero yo puedo con esto. Puedo hacer algo de deporte y, con suerte, se irá.

Ya sabía que mi cuerpo cambiaría cuando Felice siguiera creciendo en mi vientre. Pero no solo en ese momento, también después de dar a luz cuando le dé el pecho a mi hija.

Mis pechos caerán un poco, pero me da absolutamente igual. La importante aquí es Felice. Además, yo ya amo mi cuerpo tal y como es.

De nuevo, gracias, Dante. Gracias por enseñarme a amar mi cuerpo y seguir viviendo. ¡Que la vida son solo dos días!

Thomas ríe y esconde su rostro en mi cuello.

Besa un poco mi piel para luego sonreír contra esta y quedarse quieto sin mover un músculo.

Adora quedarse relajado con una mano en mi vientre y su rostro en mi cuello.

Siempre se queda dormido en esta posición o sino, me abraza estando detrás de mí.

—¿Vas a dormir? —le pregunto. Y él asiente contra mi cuello. Deja otro beso en este y sonrío.

—Despiértame cuando le toque comer a Felice. Yo te la traeré —dice con una voz perezosa. Se está quedando dormido.

Sonrío y acaricio su pelo.

Veo el reloj que está en mi mesita de noche.

Las 17:37.

Dentro de tres minutos habrán pasado 3 horas desde que Felice no come.

Debe comer cada tres horas y, si está durmiendo, tengo que despertarla.

Se despierta y, cuando siente que mi pecho está cerca de su boca, empieza a beber leche enganchándose a este.

Siempre sonrío cuando la veo y la oigo alimentarse.

Es muy adorable.

Puede succionar hasta quedarse dormida. Cuando tocas su cuerpo, parece que se despierta y sigue succionando hasta que se vuelve a dormir.

Stella |Måneskin|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora