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Las manos de Graziella tocan mi pelo moviéndolo de un lado al otro.

—¿Estás buscando piojos? —le pregunto y la pequeña comienza a reírse a carcajadas mientras descansa sus manos en mi cabeza.

Ríe muy cerca de mi oído y yo me río con ella.

Cojo su pequeño cuerpo y lo coloco en mi regazo para luego acostarnos en el sofá.

Su bonita sonrisa me hace feliz.

—Mamá Victoria dice que estás loco —dice moviendo mi pelo, más bien, acariciándolo.

—¿Y tú crees a esa bruja que tienes como mamá? —le pregunto colocando una mano en su barriga, listo para mover mis dedos y hacerle muchas cosquillas.

—No llames así a mi mamá.

Sonrío y ella me da un pequeño golpe en la cabeza.

—Oye, no se pega —le digo enseñando mi cara enfadada.

—No se insulta —dice seria y guiña un ojo.

Adoro a esta niña.

Río y muevo mis dedos.

Graziella comienza a gritar riendo y me lo paso en grande viéndola así de feliz.

—¡Mi princesa no! —exclama Dante cuando llega a nuestra casa—. ¡Te salvaré!

Reímos. Ella por culpa de las cosquillas y yo porque me contagia la risa.

Dante no tarda en aparecer. Se coloca encima de nosotros sin aplastarnos y veo como besa el rostro de Graziella sonriendo mientras la niña ríe muy contenta.

Sus brazos se colocan alrededor del cuello de mi amigo y él se levanta sujetando a Graziella.

La tiene en sus brazos mientras ambos gritan felices y él da saltitos muy feliz sosteniendo a la pequeña.

Sonrío contento al ver la escena.

Me imagino a mi pequeña Felice conmigo. Me la imagino muy pequeña. Es un bebé con pelito rubio y es realmente hermosa como su madre.

Sonríe y se echa a reír cuando hago algún ruido.

Su sonrisa llena mi corazón de vida.

Sonrío muy feliz y escondo mi boca en su cuello mientras muevo mi mandíbula.

Mi pequeña Felice ríe gritando.

Suspiro imaginándome la escena y cierro los ojos escuchando la conversación de Dante y de Graziella.

Dentro de muy poco veré a mi pequeña Felice. Stella y yo seremos muy felices.


—No puedes ser así de desastre, Damiano —digo y mi amigo me ignora sonriendo.

—Se me resbaló el flan mientras lo sostenía muy arriba y cayó en la cabeza de mi hermano. ¿Qué quieres que hiciera? ¿Darle una patada y apartarlo para poder comer el flan yo solito bien tranquilo?

Río al escuchar a mi amigo.

—Eres muy idiota, pedazo rata —digo y cojo las patatas fritas con kétchup encima de estas. El chico que lleva el puesto de la comida sonríe cuando le entrego el dinero. Se las doy a Damiano porque fue él quién las pidió.

—Lávate la boca. Eso es lo que dice Graziella —me mira y ruedo los ojos al oírlo. Comienza a comer las patatas muy feliz—. Deberías de aprender muchas cosas de ella.

—Lo haré yo solito. No hace falta que me cuentes historias para que lo haga. Ya soy mayorcito —digo cuando se lleva el tenedor de plástico a la boca.

Va a hablar, pero mi móvil comienza a sonar.

Respondo la llamada y Damiano me mira mucho intentando adivinar quién es.

—Thomas —dice Coraline un tanto alterada—, ven aquí ahora mismo. Stella está teniendo dolores muy fuertes.

¿Dolores muy fuertes al principio de los nueve meses de embarazo? ¿Qué es esto? ¿Qué está pasando?

—Respira, cariño —escucho como dice Victoria.

—El parto puede adelantarse. No siempre cae en las fechas que te dicen. Eso es depende del bebé y de tu cuerpo —comenta Dante—. Hermanita, estamos aquí contigo.

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¡Hola!

Lo siento por publicar a estas horas. Es muy tarde. Estuve muy ocupada hoy.

AHHHHH. ¿STELLA SE PONDRÁ DE PARTO YA O ES UNA FALSA ALARMA?

Espero que os haya gustado este capítulo.

¡Nos vemos!

Stella |Måneskin|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora