11

519 36 74
                                    

Corro por la casa hasta llegar a la habitación de Damiano.

Abro la puerta y él se asusta mucho.

Está sentado en la cama sujetando una guitarra española. A su lado hay una partitura.

Sé que me iba a decir alguna mierda, pero no dice nada porque sabe que no estoy bien.

Mis mejillas están muy mojadas.

Ya no estoy llorando.

No me ha interesado secar mis lágrimas.

Seguro que mis ojos están hinchados y muy rojos.

Cuando tuve a esa chica delante de mí y me habló, me sorprendí y casi no dije nada.

Me contó sus planes un tanto asustada, pero tenía mejor aspecto que yo.

Su hermano estaba cerca de la habitación de Stella, pero no pudo escuchar lo que dijo la rubia.

¡Gracias a Dios!

Aunque sé que sabrá esto muy pronto...

—¿Qué ocurre, Thomas? Hace mucho tiempo que no te veo así. ¡Semanas! —dice Damiano cuando cierro la puerta.

Deja la guitarra en el suelo y me siento a su lado.

Coge mis manos y las acaricia después de secar mis mejillas.

—¿Has podido hablar con ella? —asiento y aparta un poco el pelo que está delante de mi rostro—. ¿No te quiere?

—No es eso, Damiano.

—¿Entonces qué es?

Miro a mi amigo y me echo a llorar.

Esas dos palabras se repiten una y otra vez en mi cabeza.

¡Que alguien les diga que se callen de una puta vez!

Damiano me abraza con fuerza y acaricia mi pelo mientras, de vez en cuando, besa mi frente.

Mi pecho duele.

Estoy de los nervios.

No me puedo creer lo que dicen esas dos palabras en mi cabeza.

No paran de repetirse.

¡Me va a explotar la cabeza!

Lloro en su pecho y él acuna mi cuerpo.

Empieza a tararear una de nuestras melodías, pero mucho más lenta que de lo normal.

Tararea L'altra dimensione y consigue calmarme un poco.

Me separo de él y miro su rostro.

Cojo aire.

Allá vamos, Raggi.

—Voy a ser padre —digo por fin—. Stella está embarazada.

Damiano abre los ojos a modo de sorpresa.

Juraría que le va a dar un infarto.

Se ríe nervioso esperando a que me ría con él.

No hay rastro de ninguna risa por mi parte.

—No me jodas, Thomas. No me jodas —dice y muerdo mi labio inferior intentando no llorar.

Miro hacia abajo y mi amigo ya se encuentra caminando de un lado al otro en su habitación.

—¿Pero no usasteis nunca un condón? —me pregunta y trago saliva sabiendo perfectamente lo que ha pasado.

—Damiano, fueron muchas noches llenas de alcohol en su casa.

Stella |Måneskin|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora