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—Vamos, Thomas —me dice Levana sonriendo un poco mientras sujeta su maleta.

Veo mi casa y suspiro.

Han pasado muchas cosas aquí. Thomas, eres imbécil.

Levana me abraza antes de entrar en su coche.

Conduce hacia el aeropuerto. Mientras, me centro en las calles de Roma.

No volveré a verte, mi querida Roma.

Me voy de aquí.


Stella

Me llega un mensaje de Coraline cuando estoy jugando con Felice como solíamos hacer cuando era un bebé pequeñito.

Mi hija se ríe en mi regazo al sentir mis labios en su cuello, haciéndole cosquillas.

—Vamos a ver qué dice la tía Coraline —le digo con una sonrisa.

Cojo mi móvil y leo el mensaje:

«Thomas ha pasado por mi casa antes de irse. Me ha dicho que te de las llaves de su casa, es decir, de tu casa.

Stella, se va a Verona.

Su vuelo sale en una hora»

Me levanto del sofá rápidamente cogiendo a mi hija.

Felice se asusta un poco al sentir el movimiento brusco de mi cuerpo.

Se agarra a mi cuello y se esconde en este.

Le doy un beso en la cabeza antes de coger todo lo necesario.

Llaves, cartera y móvil.

Suspiro al recordar que mis padres y mis amigas casadas están ocupados hoy.

¿Dónde puedo dejar a Felice?

No puedo llevarla conmigo porque me aterra que conduzca muy rápido y que pase algo.

Salgo de casa.

—Cariño, mamá volverá pronto, ya verás —digo con lágrimas en los ojos una vez que ambas estamos en el coche. Me mira y asiente un poco moviendo sus manos sin decir absolutamente nada. Mueve sus piernas de arriba abajo manteniendo un ritmo sentada en su silla.

Sonrío un poco y conduzco hacia una casa.

Espero que se encuentre allí.


Sostengo el cuerpo de mi hija mientras toco el timbre numerosas veces.

Nadie aparece y esto me agobia bastante.

Vuelvo a tocar el timbre y la puerta se abre de inmediato cuando repito la acción.

Mi hermano aparece vestido con una bata de color marrón que sé que no es suya.

Nunca usa batas.

Su pelo está bastante despeinado.

Me mira estando de brazos cruzados y bosteza.

—Dante, quédate con Felice, por favor —digo rápido controlando el tono de mi voz—. Tengo que hacer una cosa. Luego te contaré todo.

Le entrego a mi hija y pestañeo una vez que veo hacia arriba para que mis lágrimas no salgan de mis ojos.

No quiero preocupar a Felice.

—Puedo quedarme con ella —dice sosteniendo a su sobrina sonriendo. Le da un beso en la frente mientras ella me ve mucho sin entender nada—. Ten cuidado, por favor. Te veo muy estresada.

Stella |Måneskin|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora