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Toco su pelo marrón y sonrío.

—Has estado hermosa hoy —digo. Una bonita sonrisa aparece en sus labios—. Ojalá poder hacer eso.

La gente que me ve solo puede ver un chico feliz en su puesto de trabajo, pero lo que pasa es que, realmente, no estoy bien.

No estoy nada bien en mi puesto de trabajo.

Lo único que obtengo son gritos de personas borrachas que me piden más alcohol y no tienen dinero para pagarlo.

Se enfadan conmigo y me gritan como si yo fuera lo peor que existe en este mundo.

Luego, tenemos a Levana, la chica que está casada con la barra del local, por así decirlo. Me refiero a que siempre hace espectáculos todas las noches usando la barra.

Hace pole dance.

Y eso me recuerda a él.

Trago saliva al ver a mi compañera de trabajo caminando hacia la barra como lo hace todas las noches.

Seco los vasos pequeños con un paño de color amarillo mientras la veo.

Debo parar de mirarla.

No quiero ponerme a llorar en mi jornada laboral.

Su cuerpo alto y delgado se mueve subiendo por la barra de manera lenta.

Miro hacia abajo y dejo los vasos en su lugar.

Mi móvil vibra en el bolsillo trasero de mi pantalón. Lo cojo y leo un mensaje.

«Felice ya está durmiendo desde hace unos minutos. Se ha puesto a llorar porque te echa de menos»

Me envía otro mensaje y sonrío al leerlo.

«No hace ni dos horas que te has ido y ya te está llamando. Dice papá mientras llora. Parece que no me quiere»

Río y escribo un mensaje:

«Te quiere mucho, cariño. No pienses cosas que no son verdad. Felice es un sol. Nuestro solito»

Cuando mando el mensaje, un chico empieza a hablarme de muy mala manera, como de costumbre.

—Rubio, no se usa el móvil. ¡A currar! —exclama lo último. Meto mi móvil en el bolsillo trasero de mis pantalones—. Ponme un Amaretto hasta el borde del vaso. Ni se te ocurra ponerme menos.

Intento no suspirar y le hago caso.

La misma mierda de siempre.

Se le tiene que hacer caso a los clientes, sino, a la calle.

Cojo la botella de Amaretto y un vaso.

—Te veo muchas veces por aquí —dice cuando dejo el vaso lleno delante de él. Me da un billete de diez euros—. La fama la tienes por los suelos, Raggi.

No es ni la primera vez que los clientes vienen a burlarse de mí porque hace ya casi dos años que Måneskin se separó cuando Nelson le hizo daño a Damiano.

Detesto que la gente sienta que tiene el derecho de acudir a mi actual puesto de trabajo para meterse conmigo, también para reírse de mí mientras hago todo lo posible para no echarme a llorar.

Si te echas a llorar, te aplastarán más, Thomas.

Ignoro su comentario y sonrío un poco para intentar que no me siente tan mal.

—Además, te imagino muchas veces con Levana en la hora del descanso. Sé que tenéis el descanso a la misma hora y vais juntos —comenta y se inclina un poco en la barra mientras veo a las demás personas bailando con sus bebidas en la mano—. ¿Qué le haces? Os imagino follando como unos salvajes.

Miro mal al chico y mis manos se convierten en puños.

Levana y yo somos buenos amigos y me ha contado muchas cosas.

Me ha contado las situaciones tan incómodas que ha vivido por culpa del público.

Han intentado tocarla, tanto las piernas como los pechos.

Siempre usa muy poca ropa y unas botas negras altas hasta las rodillas.

Se ha sentido muy incómoda siempre, pero dice que necesita el dinero y que le encanta el pole dance.

Además, me ha contado historias de ella, su familia y sus amigas.

Me encanta hablar con esta chica.

Es lo único que me mantiene vivo en este lugar lleno de alcohol y de borrachos que no saben el significado de la palabra respeto.

Cuando vamos al descanso, cojo su chaqueta de color negro y la paso por sus hombros mientras caminamos hacia fuera del local, por la parte de atrás de este.

Hablamos fumando un cigarro mirando la luna.

A veces nos peleamos jugando cuando queremos sentarnos en la única silla que hay allí.

Se puede decir que el local no está nada preparado para la hora del descanso de sus empleados.

Me pasa un cigarro mientras sonríe y lo enciende estando muy cerca de mí.

Sonríe mucho estando conmigo.

Ha conocido a mi hija y a la chica que amo.

Las tres parecen felices cuando están juntas y esto me hace sonreír porque me encanta ver que Stella y Felice están muy bien comunicándose con mi nueva amiga.

Su pelo largo marrón es muy suave y me encanta tocarlo. Ella también toca mi pelo cuando está sentada en mi regazo.

Comenta que es muy largo, pero que me queda muy bien.

Antes de volver a trabajar, nos abrazamos y nos deseamos suerte en nuestro trabajo.

—Estaría bien que no inventaras sobre lo que hago con mi vida —le digo al chico.

Se ríe y bebe un poco.

Me voy a otro lado de la barra y sigo atendiendo a los tantos clientes que estarán borrachos dentro de menos de una hora.

Trabajar por las noches no me deja disfrutar de mi hija y de mi novia por las mañanas ni por las tardes.

Siempre estoy ocupado trabajando y durmiendo.

Sé que las cosas no acabarán bien.

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Holaaa.

Sí, odiamos a estas personas que van a la discoteca para meterse con nuestro Thomas.

¡Callaos la boca, imbéciles!

Le damos la bienvenida a Levana, el nuevo personaje de esta trama.

Seguro que os encantará. A mí ya me encanta jeje.

¿Qué os ha parecido el capítulo de hoy?

¡Nos vemos!

Stella |Måneskin|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora