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N/A:

Disculpen que no actualice un capítulo como tal, pero soy nuevo ingreso en un trabajo y bueno..., ya saben. Es pesado. 

Espero les guste esta actualización y como con la pasada es sólo una parte pequeña de la historia.

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Mew

Mew sentía que podía palpar la incomodidad de su omega. Sin embargo, las miradas que se encontraban en aquella habitación no observaban a Gulf sino a él, siendo las causantes de que un leve sonrojo apareciera en sus mejillas.

—Es tan guapo—dijo una de las voces. Un golpecito vino después mientras a su lado se escuchaba un gruñido corto.

—Calma, cachorro—dijo la persona con un tono vacilante. —Soy una alfa, ¿recuerdas?

Gulf bufó. Acto seguido, el príncipe tomó su mano y empezó a acariciarla suavemente, mientras la servidumbre servía frutas frescas recién cortadas. Una vez se retiraron, el chico más joven aclaró su garganta.

—Así que Phor...—comenzó Gulf. Sin embargo, se detuvo al notar cómo, en sincronía, ambas personas asentían lentamente.

—Él se fue—habló la mujer mayor cuyo rostro se encontraba levemente sonrojado.

—Cuando recibimos tu carta, Bon se enfureció y decidió abandonarnos.

Veera, la madre de Gulf, era una omega muy bien parecida y con mejillas algo regordetas. Una señora ya entrada en edad pero que aún conservaba un poco de su belleza juvenil. Quizás el hecho de que fuera su futura suegra le generaba aquella sensación de calma y calor maternal, o quizás su agradable aroma a fresas con crema que desprendía de su cuerpo.

Pero no es suficiente...

—Qué irresponsable—masculló Gulf cuyo tono de voz se asemejaba al de la rabia. A pesar de las suaves caricias, su omega seguía estando tenso. —Menos mal pudimos traerlas a Palacio.

El chico tenía razón. Al enterarse que tanto la madre como la hermana de su omega estaban sin la protección del patriarca de la casa, Mew decidió convencer a Gulf de que las trajeran al Castillo Madee Preecha y otorgarles un lugar en donde no solo pudieran estar más cómodas sino más cerca del omega. En ese momento, el príncipe agradeció a la Diosa Luna el hecho de que tuvieron que desviar hacia Thonburi, pues de otra forma su chico no se hubiera enterado de la situación de su familia.

Bueno, no del todo..., pensó Mew tensándose por breves instantes.

Tras ocho horas de viaje por la vía rápida, arribaron a Bangkok con prontitud. Mew solicitó de inmediato una ala especial para ambas, misma que quedaría a un lado de la suya con Gulf y a dos pasos de la habitación que le otorgó a Mild.

—Bah, ya sabes que puedo proteger a Mae sin ningún problema. Soy alfa, ¿recuerdas? —bufó Grace.

—Sí, una alfa que está en búsqueda de su omega, ¿recuerdas? —respondió Gulf en el mismo tono. Acto seguido Grace estiró su lengua haciendo una mofa a su hermano.

Allí Mew le dio la razón a su omega quien sorpresivamente sabía aquel código de su subgénero: los alfas tendían a separarse de su seno familiar una vez encontraban a su omega. El príncipe no entendía muy bien cómo funcionaba pues no sentía cambio alguno en su comportamiento, pero era cuestión de tiempo para que él, guiado por sus instintos, resolviera tener mayor independencia junto a su pareja destinada.

¿Será lo mismo para los alfas herederos al trono? Pensó el chico.

—Como sea—replicó la alfa—Sabes que por nada del mundo dejaré a Mae sola. Incluso si tengo que decirle a mi omega que vivirá con su suegra durante toda la eternidad, lo haría por ella.

>>> ¡Oye! ¿Eso no es lo que está haciendo el príncipe ahora? —dijo Grace en tono divertido.

—¡Grace! —La alfa saltó ante la voz de su madre cuyo tono era de reprimenda.

Mew soltó una pequeña risa.

Si, eso es lo que estoy haciendo.

***

Tras explorar el Palacio junto a la familia de Gulf, el príncipe decidió salir a correr y dejar a su omega a solas con ellos. Convertido en Supsdid, Mew dejó salir toda su frustración en la carrera, atravesando los bosques aledaños con tal velocidad que podía sentir como pequeños cachorros que se encontraban allí se sentían temerosos y amenazados.

Sabía que corriendo se sentiría bien. Ese era el único momento en que podía liberar toda la tensión que, hasta ese momento, no sabía que tenía acumulada. Desde la crisis que su omega tuvo en el auto cuando intentaban evacuar el lugar en Nonthoburi, hasta los rostros de los pequeños cuando iba atravesando el lugar hacia su encuentro, todo eso ocupaba su mente.

—Su Alteza, Su Alteza...

Los gritos de las personas aún retumbaban en su mente haciendo eco a algo que no supo distinguir. ¿Qué está pasando en mi pueblo? ¿Por qué pedían salvación y elementos tan básicos? Se preguntaba el príncipe una y otra vez. Las patas de su lobo empezaban a doler por el ajetreo. Sin embargo, Mew decidió exigirse una última vez mientras Supsid rugía.

Rugía de dolor, de angustia, de desconcierto, de duda, de vergüenza. Se sentía mal por no ser un digno anfitrión para la familia de Gulf, pero no podía entregarles una grata experiencia. No con el estado de ánimo en el que había arribado al Reino. Una vez alcanzó los límites del Palacio, decidió volver. Esta vez disfrutó un poco más el recorrido, maravillándose con cada pequeña cosa que a sus instintos le agradaba. Sin embargo, no fue hasta que sintió un olor en particular que sus orejas se alzaron:

—Mío—dijo en su mente. De la boca de su lobo salió un gruñido que se aproximaba más a un llamado. —Mío, mío, mío...

Corrió más rápido de lo que había hecho antes y se encontró con la imagen materializada de aquel olor que invadió sus sentidos. De pie se encontraba Gulf sonriendo mientras agitaba una de sus manos en su dirección. Esta vez su lobo se aproximó lentamente y no pudo evitar ronronear un poco cuando bajó la cabeza y su omega empezó a acariciar su pelaje.

Mae y Grace ya se encuentran instaladas en sus habitaciones—habló el chico. —Phi Mild dijo que me encontrara contigo para avisarte personalmente, pero creo que él tenía otra idea.

¿Cómo...?

No tuvo tiempo para pensar pues, en ese momento y ante sus ojos, su omega empezaba a desvestirse. Un gruñido ahogado se escuchó allí, acompañado de un gimoteo que solo se traducía en protestas por parte de su lobo al ver a su omega con poca ropa. Sin embargo, a Mew le preocupaba otra cosa y pudo entender que Gulf comprendió su protesta pues dijo:

No tengo miedo, Mew. Si quiero empezar a superar este problema debo hacer esto primero.

A través de la mirada atenta de su lobo, Mew vio el espectáculo de ver transformar a Gulf en Gup, cuando pelaje gris brilló bajo la tenue luz solar que aún se encontraba en el lugar. Era tan alto como él, aún cuando era un omega y estos debían ser pequeños.

Ambos se olfatearon, lamieron, rodaron en el suelo y marcaron con sus particulares aromas. Corrieron a través de los bosques y escalaron pequeñas colinas para ver la tarde caer. Supsid y Gup finalmente habían encontrado esa armonía que necesitaban para que tanto alfa como omega se sintieran, de una vez por todas, completos. 

The Omega's Power: A MewGulf AU [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora