Capítulo 35

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Gulf

Cuatro meses después

Sabía que era de mañana porque un minúsculo rayo de sol se asomaba entre los barrotes de su calabozo. Suspiró. Ya había perdido la cuenta de cuánto tiempo llevaba dentro de aquel asqueroso lugar, pero por su abultado abdomen podía notar que eran mucho.

¿Estás despierto? Pensó con dificultad. Casi no podía moverse, y sus niveles de energía estaban por los suelos.

La respuesta tardó en llegar. Pero llegó. Y el corazón de Gulf dio un vuelco al sentir que su alfa estaba bien. Está bien.

No he pegado un ojo en toda la noche, dijo el alfa. La voz, en su mente, se escuchaba rasposa. No era la manera en que estaba acostumbrado a escucharlo. No se acostumbraba a esa nueva normalidad.

Desde la separación, Gulf no había dejado de escuchar a Mew y Supsid gruñir en sus pensamientos. Le juraba que lo sacaría de ahí a como diera lugar, y el omega le creía. Confiaba en su alfa más que a nadie en el mundo, pero sabía que sería muy difícil.

Las personas que nos tienen apresados son muy poderosas ahora mismo, le dijo el omega en una oportunidad. No gastes tu energía peleando con ellos.

Pero Mew hizo caso omiso ante aquella solicitud. Por días, semanas, meses, el alfa siguió peleando a viva voz contra los guardias que, en algún momento, los habían protegido como sus leales súbditos. Pero todo empeoró cuando ellos se acercaron. Cuando los hicieron callar.

—¿Su Excelencia está despierto?—Escuchó decir burlonamente mientras el chico soltaba un respingo. Ya está aquí, pensó al tiempo en que, en su mente, Supsid enloquecía.

—¡Ohh! ¿Lo asusté, señor?—dijo con falsa preocupación mientras, con un asentimiento de cabeza, le indicaba al guardia que abriera el cerrojo.

—¡¡Hora de comer!!—exclamó la persona alegremente mientras aplaudía.

—¿No te parece increíble? ¡Nuestro menú especial para el más querido de los presos!

Gulf bufó. Si bien no había perdido el apetito del todo, había momentos como aquel en el que deseaba no comer nada. No les quería dar el gusto a ellos de comer su comida. No quería que sintieran que estaban ganando más terreno del que ya tenían.

Pero lo tengo que hacer por Nong Bean, pensó nuevamente.

No queremos que te descompenses como las primeras semanas, dijo Mew a través del lazo, estando de acuerdo con aquel pensamiento.

Gulf se había negado a comer durante los primeros días en cautiverio. No tenía mucha confianza en los alimentos que le preparaban y, como buen omega, quería cuidar de su cachorro a como diera lugar. Pero, con el pasar de las horas, el chico se debilitaba.

Sumado a eso, la herida de su marca se empezaba a abrir de nuevo, ocasionando el bien llamado "Mal de la separación": algo que le afecta a las parejas que comparten el lazo cuando están distanciados tanto física como mentalmente. Sabía que Mew lo sentía también, pero no con la misma intensidad que él.

Mucho menos cuando supo que, por aquel dolor, no podía invocar su poder para salvarlos a ambos.

Tú tienes a nuestro Bean, cariño. Tu cuerpo está doblemente afectado con la separación y las hormonas del embarazo, le dijo el alfa. Y eso, en parte, le dio consuelo al más joven para aguantar las dolencias y la separación. Sin embargo, el no ingerir alimento los ponía a su cachorro y a él en una posición complicada.

The Omega's Power: A MewGulf AU [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora