Capítulo 37

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Mew

El olor a naranja y jazmín se hacía más fuerte con el pasar de los segundos. El alfa sudaba frío, podía sentirlo, aún cuando estaba apresado. Sin embargo, había otro punto que le indicaba que su omega estaba cerca: El retorno de su fuerza. Con el paso del tiempo, su lobo Supsid gruñía con ferocidad en su interior mientras percibía cómo las esposas, que lo mantenían cautivo, le empezaban a quedar pequeñas.

—Mew, no enloquezcas—Le pedía Boom más temprano.

—¡¿Cómo carajos quieres que no enloquezca si estoy olfateando su aroma?! ¡Es mi omega!—Le replicaba en tono mordaz el alfa. Casi por instinto, el Beta bajó la cabeza ante el tono utilizado por Mew.

El Beta se había acercado a él para que dialogaran sobre aquella situación: Su amigo le permitiría un momento a solas con Gulf. Y él, dominado por aquel deseo interior de ver al menor a como diera lugar, quería desatarse para llegar al encuentro de su omega.

—Y lo verás. Pero antes debes prometerme una cosa.

—¡¿Qué?!—Bramó Mew.

Boom alzó tímidamente su cabeza: —No intentarás nada para escapar de este sitio o liberar a Gulf.

Mew mordió su labio. Durante breves segundos el calabozo se tornó silencioso mientras el alfa sentía el latir frenético de su corazón. Está tan cerca...

—Te conozco, Mew. Sé que lo intentarías porque siempre has querido proteger a las personas que amas—Boom bufó. —Y ahora mucho más sabiendo que tienes a tu omega.

>>> Pero te lo advierto: Bright y Win no se andan con juegos. Y si quieres mantener a tu omega a salvo deberás jugar bajo sus reglas.

Bright y Win.

Mi amigo y el jefe de guardia.

Bright y Win

Br-

Y así fue que, con un gruñido fuerte, Mew pudo liberarse de un sopetón.

¡Clark! Fue el sonido que el alfa escuchó en sus oídos.

Sin pensarlo dos segundos, corrió en dirección a la puerta donde, casi a modo de sincronización, Boom y Gulf aparecían frente a sus ojos. Esa imagen bastó para que Supsid en su interior detuviera el frenesí que ya lo empezaba a carcomer.

La imagen viva de su omega embarazado, abdomen hinchado, caderas anchas, sus mejillas regordetas teñidas de un rojo carmesí, y ojos cargados de lágrimas hizo que su corazón diera un vuelco. Era él: Su Gulf.

Petrificado, el alfa cayó sobre sus rodillas frente al omega que lo observaba con adoración y un tanto de deseo. No lo hizo porque sus piernas le fallaran a causa de la debilidad, sino por la sacudida que ver a Gulf le había ocasionado en todo su cuerpo.

Y lloró. Por sus mejillas empezaron a caer lágrimas tan gruesas como las que en algún momento había derramado por su Reino, una vez se enteró de las fechorías que su padre y secuaces habían cometido en contra de su pueblo. Tailandia y Gulf eran sus dos asuntos más personales.

Un buen Rey y un mejor esposo, eso era lo único a lo que aspiraba Mew.

Pero todo era agridulce en ese instante. Ambos estaban en cautiverio y era algo que el alfa no se dejaba olvidar.

Nunca me perdonaría que murieramos así, pensaba. Separados, en cautiverio. Sin poder criar a nuestro Bean; sin cumplirle a la gente, a mi pueblo, y remedirar los errores de mi padre; sin llevarte a conocer a War y buscar juntos tu orígen. Sin horar a mi madre haciéndote la Luna más feliz del universo.

The Omega's Power: A MewGulf AU [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora