Narrador
Como era de esperarse, la coronación del nuevo Rey era motivo de regocijo en el Reino de Tailandia. Muchas de las personas, que se manifestaban emotivamente en las calles, habían estado esperando aquel momento desde que Su Alteza Real el príncipe Mew Suppasit Jongcheveevat había sido presentado ante el pueblo cuando era un bebé. Sin embargo, dentro de Palacio, aquella emoción tenía tinte nostálgico.
Mientras su atuendo era arreglado, Mew no dejaba de pensar en la conversación que había tenido con su padre meses atrás. Decir que no le dolía pasar por toda la ceremonia para ocupar su lugar sin él era mentir, pues el alfa sentía que algo le hacía falta. Para un heredero no había nadie como su mentor, y ese siempre fue su Phor.
Un suave carraspeo lo sacó de sus pensamientos.
—Su Alteza, todo está listo—le dijo la doncella que terminaba de alistar su vestimenta. —Su Excelencia se encuentra en la habitación esperándolo.
Mew asintió. Una reverencia más tarde, el chico se dispuso a encontrarse con su omega a quien sorprendió jugando con su hija. Ver a Gulf sentado y sonriendo mientras sostenía a Natasha mientras esta hacía ruiditos aliviaba un poco su pesar. Esa era ahora su familia y debía estar a la altura siempre para protegerlos y darles la mejor vida que jamás hubieran soñado.
—Su Majestad—Lo llamó. Gulf alzó la mirada y fue allí cuando Mew sintió que sus tristezas se hacían más soportables.
—Hola, futuro Rey—dijo el omega. —¿Listo para el show?
—Nací listo—replicó el alfa acercándose a Gulf. Nana, en sus brazos, los miraba fijamente.
Aquel día ambos harían historia. Mew se coronaría como el primer Rey de Tailandia que no se encontraba casado al momento de acceder al trono. Ese sería la primera gran y vieja regla que los chicos tumbarían, pues si bien se conocieron gracias a esa ley, ya poco les importaba.
Los renovados Nobles, en cabeza de la Beta Janie, estuvieron de acuerdo con abolir dicho mandato. Así mismo, dejaron claro que sería el heredero, primogénito sin distinción de su género primario y secundario, quién escogería el momento indicado para unirse en sagrado matrimonio con la persona que este escogiera.
Las cosas habían cambiado y se empezaba a notar en el entorno de la Familia Real.
Gulf suspiró pensando en aquello. Si bien se moría de ganas por casarse con Mew, ya no sentía la prisa ni la tensión que le habían colocado en meses anteriores. Ahora, más que salvaguardar a la Familia Real a través de un compromiso, lo sentía como la manera más pura de demostrarle a su alfa que estaba completa e irrevocablemente atado a su vida para siempre.
Y eso podría tardar un mes, un año o quizás no suceder nunca.
—¿Nunca?—La voz de su alfa lo asustó por lo que el chico soltó un respingo. Mew entrecerró su mirada: —¿Se te olvida, pequeño omega, que puedo saber lo que piensas?
Gulf sonrió avergonzado: —Jé, perdón.
Mew sacudió su cabeza: —No creas que moriré sin hacerte mi esposo, Gulf Kanawut.
—Alfa—dijo Gulf suavemente, una costumbre que había adquirido durante los últimos meses cuando quería salirse con la suya. —No me malinterpretes. Lo que quise decir es que no me importaría construir una vida contigo sin tener un compromiso legal de por medio.
>>> Mi amor es tan grande que no necesita de formalidades.
A decir verdad, Mew pensaba similar. Ambos habían roto tantas reglas, con el embarazo y la marca del lazo antes del matrimonio, que casarse ya no se sentía como una obligación. Aquellas ganas de unir su vida a la del omega no provenían del deber sino del querer, de algo mucho más puro que los títulos terrenales que aquella unión les otorgarían.
ESTÁS LEYENDO
The Omega's Power: A MewGulf AU [TERMINADA]
FanfictionEl Rey Alfa de Tailandia había anunciado que todas las omegas casaderas, vírgenes y sin mordida debían presentarse cual ganado al Palacio Real para el Baile Anual de los Nobles en Bangkok. ¿La razón? Podrían convertirse en la próxima princesa del re...