Capítulo 41

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Mew

Los pensamientos del alfa fluían al grado en que le empezaba a doler la cabeza. Sabía todo y nada al mismo tiempo de la situación de su omega, cortesía del lazo que le permitía compartir recuerdos y pensamientos, así como experimentarlos casi en carne propia. Pero nada como las palabras, o al menos eso pensaba el príncipe.

—Tengo tantas preguntas que hacerte cariño—admitió mientras tenía a Gulf entre sus brazos y acariciaba su abdomen. —Pero la más importante ahora mismo es cómo estás.

Pasados unos segundos, el omega respondió:

—No lo sé—dijo Gulf. Mew podía sentir, a través del lazo, como el chico aún no terminaba de asimilar lo que había hecho. —Me siento malvado.

—Ellos lo fueron más—dijo Mew tratando de reconfortarlo. —Tu sólo te defendiste.

—Hablé con Abbak—soltó Gulf de un sopetón. —Ya lo debes saber porque te lo mostré por el lazo, pero siento que lo depecioné con mis acciones. Me dejé llevar por la ira y la sensación de venganza que embargó mi cuerpo.

Mew negó con la cabeza apretando más su cuerpo con el de su omega.

—No lo hiciste—dijo. —Tal y como decía el mito, que aparentemente es verdad, la Diosa Luna los bendijo con un don para protegerlos y eso fue lo que hiciste con él.

>>> Protegiste al pueblo, a tu gente, a Bean, a mi.

Tras varios segundos donde los solo se escuchaban sus respiraciones, el omega soltó una risita corta y dijo:

—Ya no soy un don nadie—dijo a media sonrisa. Mew le devolvió la muestra besando el dorso de su mano y respondiéndole a través del lazo.

Nunca lo fuiste.

***

Una semana más tarde, Mew tuvo la energía y fuerza suficiente para salir de la habitación que compartía con su omega. No porque su cuerpo aún estuviera débil, sino que como buen alfa no quería despegarse de Gulf y Bean. Se sentía territorial, pero debía mantener a raya aquellas sensaciones porque no eran sanas ni justas contra su chico.

Su omega que era el Rey de nada más y nada menos que un reino perdido de nombre Ónix.

Ambos tenían mucho que hacer. Mew debía recuperar Tailandia en más de un sentido, y Gulf tenía que encargarse de los asuntos de los omegas masculinos. Así pues, el alfa decidió que debía iniciar lo antes posible, pues si él lo había pasado fatal durante el cautiverio, no se podía imaginar las pericias que su pueblo había pasado durante aquella temporada.

Y debía empezar por castigar a los culpables.

—¿Tenemos noticias de ellos?—preguntó Mew. Aún no sabía si debía confiar plenamente en sus guardias después de lo sucedido, pero viendo como no se revelaron en contra suyo cuando les había ordenado aquello durante la batalla fue suficiente para el alfa.

—Si, Su Alteza—le respondió uno de los alfas que se encargaba de las tropas que protegían el palacio. —Sabemos que huyeron al sur, en dirección a la villa de Thonburi. Nuestros mejores hombres se encargarán de traerlos a la ciudad para que paguen sus crímenes.

—¿Qué hay de la familia de Su Excelencia, Gulf?

—El padre aún se rehusa a regresar a Bangkok, pero estamos en negociación para que permita el viaje de su madre y hermana.

—¿Y Win Matawin?

—En el calabozo, Su Alteza.

Mew asintió. Con aquel asentimiento, el militar salió del despacho del Rey donde se llevó a cabo la breve plática. El despacho de su padre.

The Omega's Power: A MewGulf AU [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora