Capítulo 38 -PARTE UNO

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Mew

Cuatro semanas más tarde

Por fin, después de meses de estar en el calabozo, veía la luz del sol. Sin embargo, el momento no era tan feliz como lo había imaginado un mes atrás.

No estaría reencontrándose con su pueblo, los súbditos que habían puesto su cuerpo, alma y espíritu para proteger al Reino de Tailandia.

No encontraría a sus amigos, los verdaderos, aquellos que permanecieron de su lado durante la horrible pesadilla.

No abrazaría a su omega, el amor de su vida, ni tampoco a su abultada pancita donde estaba Bean.

No haría nada de eso. En cambio, los guardias que habían jurado protegerlo lo llevaban arrestado al que sería el último instante de su existencia: Una ejecución en medio de la Plaza de Bangkok, justo a las afueras del Castillo Madee Preecha, ese lugar que apenas empezaba a sentir como un hogar.

—¡Muévete!—Le gritaba un guardia. Otro, al ver que no se movía, lo escupió en el rostro.

Su alfa se removía dentro buscando consuelo. Estaba débil y se sentía humillado ante el maltrato de su propia gente. Pero nada comparado con la sensación de no tener a Gulf.

Desde ese día lo había dejado de sentir. Mejor dicho, se había sentido más débil y desesperado que de costumbre, aunque por ratos recuperaba una energía tan poderosa que sentía comerse al mundo. Solo por ratos.

Había oído la explosión y, desesperado, buscó información a como diera lugar. Boom se apiadó de él y, arriesgándo su vida, le comentó:

—Lo siento, Mew. La guardia está buscando a tu omega, pero no hay rastros de él.

—¿Fueron ellos?—Le preguntó casi moribundo. Boom negó con la cabeza.

Y eso, lejos de alegrarlo, lo preocupó más.

Nadie sabía qué había pasado con su omega. Parecía que la tierra se lo había tragado entero. A él y a su Bean. Y por eso luchó.

En uno de esos instantes en que su fuerza parecía recuperarse, Mew tiró todo. Se deshizo de su cadenas, esposas y guardias e intentó huir, lejos de Palacio y de todo. Pero el dolor volvía, la debilidad se extendía por su cuerpo y le fue imposible luchar.

—Bright está harto de ti—murmuró Win en su celda. —Está harto de tu comportamiento, tus lloriqueos y tu mierda.

Silencio.

—Te ejecutaremos—dijo sin chistar al notar que el alfa no decía ni una palabra. —De nada servirá tener en cautiverio a un príncipe que no tiene valor.

Y así fue sentenciado.

Fuera de Palacio la gente se amontonaba en la plazoleta. Algunos rostros demostraban preocupación y pánico mientras que otros se contemplaban indiferentes. Eso, por supuesto, le dolía al príncipe. Él amaba a su pueblo, aún estando en la lejanía. Extrañaba Tailandia, aún cuando volver significaba cumplir con unos mandatos con los que no estaba de acuerdo.

Él iba a renunciar a encontrar el amor de su pareja destinada si eso significaba cumplir con su deber de heredero. Al final, allí era donde estaba todo. Su gente, el legado de su madre, su Rey y Padre.

El bullicio era ensordecedor. Sin embargo, el alfa no podía distinguir entre gritos de estupor y vítores. Ya no le importaba. Por supuesto que el día que supo de su sentencia se alarmó, pero desde ese momento habían pasado muchas lunas. Noches enteras sin dormir, preocupado por Gulf.

The Omega's Power: A MewGulf AU [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora