Capítulo 21

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En el momento en que Alessia abrió los ojos, se dio cuenta de que no estaba en casa. Ni siquiera en la de los O'Connell; donde recordaba haber estado por última vez antes de que todo se volviera oscuro. De hecho esa habitación pequeña y aséptica le resultaba conocida: el hospital. Había estado en una de sus habitaciones hacía muy poco cuando fue a visitar a Amanda. No había pasado desde aquel día.

La cuestión ahora era averiguar cómo demonios había llegado hasta allí y por qué la cabeza la estaba matando. Era un dolor agudo y resonante.

Sintió un pequeño dolor en el dorso de la palma izquierda y cuando miró hacia su mano, notó que estaba conectada a una vía intravenosa por el que le estaban administrando suero.

Su mirada vagó por el lugar hasta llegar a Billie, quien miraba el móvil con el ceño fruncido y se mordisqueaba el labio superior.

Ahora todo tenía sentido. Estaba soñando. Se había desmayado, había sufrido una conmoción y se encontraba sumida en un sueño. No había otra explicación.

Y si aquella situación era un mero sueño, no perdía nada por contemplarla cuanto quisiera.

Algunos mechones de cabello se le habían escapado de la coleta y enmarcaban su rostro dándole una apariencia serena.

Tan hermosa.

Se quedó mirándola unos segundos más hasta que comprendió que no era un sueño de verdad.

Carraspeó por lo bajo para llamar su atención.

Ella alzó la mirada y enderezó la espalda.

—Hola. —balbuceó ella.

—Hola. —musitó Ale.

Se quedaron en silencio algunos segundos.

—¿Cómo te sientes?

—Ahora bien.

«Porque estás aquí.»

Billie se levantó de improviso.

—¿A dónde vas? —preguntó Ale y sonó como una niña cuando cree que su madre la abandonará.

—Ya vuelvo, tengo a avisarle al doctor que estás despierta.

Alessia esperó unos minutos hasta que un hombre de unos cincuenta años y estatura baja apareció detrás de Billie.

—Hola, soy el doctor Williams. ¿Cómo te sientes, hija?

—Me duele un poco la cabeza, ¿qué sucedió?

La voz de Billie la sobresaltó a causa del tono que había empleado, casi histérico.

—Te desmayaste.

—¿Cómo?

Billie ladeó la cabeza como si no le creyera.

—Que te desmayaste. Fuiste a buscar el formulario de ingreso para Finneas y cuando entré a la cocina estabas por desmayarte, ¿de verdad no recuerdas nada?

Alessia se frotó la frente antes de contestar.

—Poco. Recuerdo haberme sentido mal. Después todo se volvió borroso. Sentí como si me bajara la presión. El resto es..., incierto.

Y Ale tenía razón. No había mucho después de eso. Solo recordaba que Billie le preguntó si se sentía bien y ella no había logrado responder.

—Bueno, Alessia. —interrumpió el doctor Williams mientras se preparaba para tomarle la presión. —Sufriste un desmayo. Te hicimos algunos estudios para chequear cómo estás de salud y parece que salieron bien. Las tomografías, el análisis de sangre, y el resto. Todo es normal.

DON'T CRYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora