Capítulo 30

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Los ojos de Alessia se abrieron de inmediato al oír un grito. Provenía del cuarto de Olivia. No era un grito como los de siempre, sino uno mucho peor. Desgarrador. Rápidamente se levantó de la cama y salió poniéndose una camiseta por encima de la cabeza. Atravesó el pasillo a grandes zancadas impulsada por los gritos de Olivia.

Cuando llegó al cuarto, el ruido había cesado. Encendió la luz y encontró a Olivia en la punta de la cama abrazada a sus piernas, gimiendo, y repitiendo la frase: ''Él lo mató. Él lo mató.''

—¡Olivia, Olivia! ¿Estás bien? —con la misma cautela de siempre, se acercó a ella y le tomó la cara entre las manos para que la mirara. —Soy Alessia. Mírame, por favor.

Al notar que ella no emitía señal alguna de que la había oído, la abrazó con fuerza sin dejar de hablarle. Casi siempre funcionaba.

Excepto esta vez.

—Olivia, cariño, soy yo. Soy Alessia, tu hermana.

Ella la miró.

—Tranquila. —dijo y le besó la cabeza. —Ya acabó, solo ha sido una pesadilla.

Y de pronto Olivia se echó a llorar. Ale la meció pero ella no dejaba de llorar y sacudirse.

—Lo mató, lo mató. —susurraba.

Alessia tenía los ojos llenos de lágrimas también. Ver a Olivia en ese estado le partía el corazón porque ya no sabía cómo hacer para ayudarla. Las sesiones con su doctora no habían ayudado mucho y aunque la mayoría de las noches dormía bien, había veces que se despertaba a los gritos tras una horrenda pesadilla. Alessia sabía que soñaba con aquella noche y con la muerte del conserje.

Al levantar la cara hacia su hermana, Alessia se dio cuenta de que de alguna manera, ella seguía siendo presa del sueño. No parecía reconocerla, hasta que pronunció su nombre, entre gemidos de dolor.

—Alessia.

—¿Qué sucede? Aquí estoy.

Sus grandes ojos castaños temblaban.

—¿Dónde está Conan? ¡Llámalo, llámalo, por favor!

—¿Conan? Olivia, es muy tarde. No creo...

Ella empezó a gimotear otra vez. Con más fuerza. Los ojos se le llenaron de lágrimas mientras le pedía por favor que llamara a Conan Gray.

¿Qué podía hacer ese sujeto por ella? Nada. Ale sabía muy bien cómo cuidar de su hermana cuando una pesadilla la asaltaba.

Accedió a llamarlo de todas maneras. Eran las cuatro de la madrugada. Dudaba que contestara el teléfono. Se inclinó un poco y tomó el teléfono de la mesa de luz. Marcó el número de Conan que había estaba registrado con el número cinco y esperó.

Una voz soñolienta al otro lado la saludó con cautela.

—Conan, soy Alessia, ¿puedes venir a casa?

—¿Está Olivia bien? —dijo Conan con voz preocupada.

—Sí, bueno..., no. Pero quiere que tú vengas, ¿puedes hacerlo?

—Ya salgo.

Diez minutos después, el timbre sonó. Conan no vivía muy lejos.

—No iba a llamarte, pero ella insistió demasiado. No ha dejado de llorar y pedir por ti. Me asusté mucho.

Conan la miró y asintió.

Cuando Alessia condujo a su compañero al cuarto de su hermana, ella aún seguía hecho un ovillo en la esquina de la cama. Conan se volvió hacia Alessia como si le pidiera permiso de acercarse y esta, apoyada sobre el umbral de la puerta con el ceño fruncido, asintió. El joven siguió caminando hasta que se sentó al lado de Olivia y la llamó.

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