—¿Billie? —preguntó Alessia parpadeando unas cuantas veces. La noche ya había caído y ella se encontraba acostada en su cama, en ropa interior y cubierta solo con una sola sábana azul de algodón. Su vecina, Bill, o a quien prefería llamar Billie porque sentía que su nombre completo era mucho más hermoso y le hacía justicia, estaba parada en el umbral de su puerta con los brazos cruzados. —¿Qué demonios estás haciendo aquí? Ya es demasiado tarde.
Tenía su precioso cabello rubio, cayendo a los lados de su cuello como una cortina de oscuridad. Lo que más le gustaba eran sus caderas. Eran perfectas, toda ella era perfecta.
—¿Tarde para qué? Solo vine a ver cómo estabas y tú intentas interrogarme, policía mala. —dijo Billie con el ceño fruncido. Típico de la Billie que conocía. La chica del mal genio.
Y aun así le gustaba, mucho.
—Es tarde, deberías estar en tu casa. —replicó Alessia, mientras se incorporaba sobre sus codos. Se sintió como una idiota. Ella no era Olivia, no podía hablarle así.
Billie enarcó una ceja y se acercó a su cama como un felino: muy lenta y elegantemente, pero con una pizca de peligro. De pronto partes de Alessia comenzaron a ponerse tensas, muy tensas.
Su corazón latía con fuerza, tanto que incluso podía oírlo.
—Quiero estar en la tuya. —susurró Billie y una corriente eléctrica recorrió todo su cuerpo. Su presencia siempre lograba ponerla nerviosa y bloqueaba cualquier pensamiento racional.
Tragó saliva y dejó escapar el aire que no sabía que estaba reteniendo.
—Espera a que me levante, no te... —intentó decir, pero cuando rebuscó sobre su cama su camiseta, ella ya estaba a su lado, ¿cómo había ocurrido todo tan rápido? Con sus grandes ojos azules, su tez clara, y su cabello rubio cayendo en suaves ondas alrededor de su rostro. La miró sin siquiera pestañar. Entonces se inclinó hacia ella y rozó sus labios con los suyos. Esa boca de ángel. Ese aroma... ese...
¿Cómo podía negarse a ella? ¿Cómo era posible escaparse del único lugar en donde siempre quiso estar?
«Deja eso ya, mujer. Tienes que alejarla de ti.»
Mientras Billie la miraba sin decir nada, lo cual le resultaba absurdo ya que era un pozo sin fondo de palabras, Alessia se limitó a pensar qué demonios veía en Billie y por qué la hacía sentir llena de vida cada vez que estaba cerca suyo. Tal vez no fuera una sola cosa, sino su conjunto. La manera en que la miraba con el ceño fruncido cada vez que... siempre. Las veces que le había ganado su orgullo y había preferido caminar con frío o bajo la lluvia después de la escuela en vez de subirse a su patrulla. E incluso aquellos momentos desafortunados en que se cruzaba con ella y Alessia estaba con compañía femenina, y entonces Billie le dirigía una mirada de desaprobación que la hacía sentir una desgraciada.
Era todo.
Era todo en absoluto lo que le gustaba de la terca Billie Eilish. Pero Alessia estaba fuera de sus límites, de eso no le cabían dudas. Porque eran muy diferentes, o tal vez muy iguales, pensó. Porque Alessia también era bastante terca, sobre todo cuando se trataba de Olivia. La mayoría del tiempo sentía como una jodida hipócrita del tipo ''haz lo que yo digo, no lo que yo hago''. Porque su hermana se la pasaba más tiempo en su casa que fuera de ella, y Alessia sabía que había influido mucho en ello.
Entonces regresó con Billie. Y ese carácter que la volvía loca.
—¿Vas a besarme ahora o lo hago yo? —la interrogó ella y Alessia sonrió. Su pecho ascendía y descendía rápido, y descubrió que no había algo más sexy que verla respirar de aquella manera.

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DON'T CRY
FanfictionAlessia Jenkis es una joven oficial de policía que lucha por conseguir justicia para su hermana Olivia, a quien le arrebataron todo. Ella ha estado tantas veces a punto de conseguirlo que no se ha dado cuenta de que su hermana solo quiere olvidar y...