Capítulo 40

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Lástima que te bañas con agua y no conmigo. 

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La cabeza la estaba matando. Nunca había sentido un dolor tan agudo y punzante. Con un esfuerzo sobre humano, trató de alzar la cabeza, pero a último minuto, la dejó caer. Se sentía agotada y dolorida.

No recordaba qué había sucedido. Sus recuerdos llegaban hasta el momento en que la patrulla del oficial Coleman pasó por la casa de Lauren a toda prisa. Con las sirenas encendidas, había ignorado sus gritos que le pedían que se detuviera.

Definitivamente ya no le agradaba.

«Lo siento, muñeca. Hoy no visitarás a nadie»

Otra punzada. Abrió los ojos con dificultad.

Oscuridad.

El olor a humedad y basura le inundó las fosas nasales. Era una mezcla nauseabunda. A lo lejos, se oía un goteo, quizá una tubería rota. También le pareció oír el traqueteo de un tren.

No podía ver mucho más allá de unos metros. Parecía ser un espacio abierto, como un inmenso sótano. Alcanzó a ver una mesa de trabajo no muy lejos de donde estaba. El resto era casi imperceptible.

¿Dónde estaba?

Maldita sea.

Entonces lo recordó. Se vio a ella misma luchando por salir del coche, por saltar, mientras una mano le sujetaba la muñeca con fuerza. Hasta que logró soltarse y saltar. La mente le traía imágenes de ruedas que chirriaban. Un dolor insoportable que se expandía por su hombro. Recordaba haberse levantado con dificultad. Vio al oficial Coleman persiguiéndola por una calle desierta. Trató de acordarse de todos los detalles. Pero todo se desvaneció en cuanto sintió aquel golpe frío y duro con lo que parecía un arma. Después todo se volvió negro.

Como ahora.

Tenía el pelo pegado a la frente. Intentó mover una mano sin éxito. Coleman le había atado las muñecas a una silla de metal. También los pies. Con toda razón se sentía entumecida. Trató una vez más, sacudiéndose. Volvió a sacudirse con un grito hasta que desistió.

Una alarma de pánico se extendió por su cuerpo. Esto no era un sueño, era real. Tendría que haberle hecho caso a Alessia. Tendría que haber desistido de ir cuando no vio a la oficial Sulewski. O incluso podría haber optado ir con James.

Quería llorar.

Sea donde fuera que estaba, no podía saber con exactitud qué hora era. Hacía tanto calor que parecía como si el sol estuviera justo sobre aquel lugar. Una gota de sudor se deslizó por su espalda.

De pronto, el sonido de unas pisadas a lo lejos, la puso en alerta. Claro, él estaría por allí. No iba a secuestrarla y dejarla allí sin más.

El cuerpo comenzó a temblarle.

¿Ya despertaste? —dijo la nueva voz de Brendan Coleman, como si todo el tiempo hubiera estado fingiendo aquella otra voz agradable. —Bueno, quédate así que te necesito lúcida cuando venga Jenkis a intentar rescatarte.

Si bien lo oía, parecía como si estuviera escuchando debajo del agua.

...

Alessia Jenkis llegó a la casa de Billie minutos después de que dieran el alerta. Se había comunicado con su amiga Lauren, y ella le había dicho que Billie nunca llegó a su casa. Albergaba la esperanza de que ella nunca hubiera salido, pero una parte le decía que sí lo había hecho. Intentó concentrarse, aunque fuera imposible, en hacer las cosas paso a paso.

DON'T CRYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora