Capítulo 5

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La mente de Billie corría a toda velocidad. ¿Cómo se había metido en ese embrollo tan rápido y sin siquiera pensar en las consecuencias? Qué tonta. En el futuro tendría que aprender a cerrar la boca porque últimamente parecía que Alessia estaba dispuesta a cumplir todas sus absurdas promesas sin que ella pudiera hacer nada al respecto. Quizá sea porque una parte de ella siempre pensó que Jenkis nunca llegaría hasta una situación así de ridícula. Quizá pensó de verdad que Alessia nunca explotaría, porque si lo pensaba, hasta ahora nunca se había enfadado de verdad cuando ella le replicaba. Pero lo hizo. Y hora se encontraba esposada y con la boca encintada por culpa de esa neandertal que tenía por vecina. 

Las muñecas le dolían.

Respiró profundo y se preguntó decenas de veces cómo la gente podía confiar su vida a esa chica, ¿acaso no veían que tenía dos caras? Cuando Alessia estaba cerca de ella, también estaba muy lejos de ser esa oficial de policía que todos parecían respetar y admirar. No le cabían dudas de que con ella se comportaba completamente distinta: la molestaba, la provocaba y la alteraba por demás. En contraste a eso, Alessia era en la Policía Metropolitana un ejemplo de lucha, valentía y mucha vocación. Cuando algo ocurría, solo bastaba con la presencia de esa mujer, así de imponente (gracias a su conocimiento), para que las cosas comenzaran a acomodarse. Todos los que la conocían confiaban en ella como en nadie. Sobre todo su hermano. Ni siquiera confiaban así en el inspector jefe, pero Alessia Jenkis tenía su propia historia de lucha que todos conocían, y eso les resultaba admirable.

Y, sin embargo, con Billie todo era distinto. No recordaba que antes del accidente de sus padres fuera de esa manera. Aunque lo cierto era que no recordaba mucho en realidad. Lo que sí recordaba era que solía ser agradable hace... un año tal vez. Sus molestos ataques no llevaban mucho tiempo.

Miró de reojo a Alessia. Deseaba asesinarla allí mismo, y cortarla en mil pedacitos. Así, iría a la cárcel con mucho gusto. Luego pensó en que tendría que conseguir bolsas, seguramente un cuchillo filoso, y tal vez seducirla para que bajara la guardia.

«Mal plan», se dijo a sí misma. Todos la apuntarían si lo hiciese. Miró por la ventanilla y se rio de lo utópico que era aquel pensamiento.

El auto viró unas cuantas veces hasta meterse en su vecindario. Siguieron un par de calles más y por fin el vehículo se detuvo frente a la puerta de las Jenkis.

«Bueno, por lo menos esta idiota no va a detenerme de verdad», pensó Bill, aliviada. Pero estaba por demás equivocada. Los planes de Alessia eran muy diferentes.

—Bien, Olivia, hemos llegado. Te veo en la tarde, ¿sí?

—Claro. —respondió su hermana. Le dio un beso rápido en la mejilla. —¿Y Bill?

Alessia sacudió la cabeza con los ojos cerrados y semblante calmado. Olivia rodó los ojos y no dijo nada porque sabía que su hermana no desistiría así de fácil. 

Así que a Olivia Jenkis no le quedaba mucho por hacer. Luego de despedirse de Bill con una mirada de culpa, cerró la puerta del coche y se dirigió hacia su casa.

Billie intentó quejarse.

—Me imagino que intentas preguntarme si te voy a detener de verdad. —dijo ella y la miró por el espejo retrovisor con una sonrisa ladeada. La muchacha le devolvió una mirada fulminante. —Pues me temo que sí, mi querida Billie. —acabó por burlarse. —Ya te dije, algún día deberás aprender a controlar tu verborragia. Tienes un carácter un poco especial, ¿sabes? Y a veces es difícil lidiar con él.

«Idiota», pensó Billie.

—Pero relájate, boquita de ángel. No será muy malo.

Le sostuvo la mirada sin pestañear.

DON'T CRYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora