Capítulo 34

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Bienvenides a otra semana homosexual.

Cometen y voten o ya verán. 💀🔫

No, mis amores, no estoy siendo amable, estoy siendo lesbiana.

——————

—Entonces, ¿cuándo vuelven? —le preguntó Finneas. Alessia se lo había explicado más de diez veces. Pero lo entendía. Era la primera vez que Billie se alejaba de su hermano por más de veinticuatro horas.

Era viernes por la noche. Y aunque había trabajado todo el día, se sentía con ganas de emprender el viaje.

Nunca había estado tan emocionada por hacer algo.

—Volveremos el lunes al mediodía. Finneas, tranquilízate. Prometo que cuidaré de ella.

Su amigo sacudió la cabeza.

—No es eso. Es que la extrañaré. Nunca he estado tanto tiempo lejos de ella.

Alessia respiró hondo.

—Mírame a mí. Nunca había pasado tiempo lejos de Olivia y ahora se la pasa en lo de Conan. Uno se acostumbra.

—Lo sé. Igual.

Como regalo de cumpleaños para Billie, Alessia había preparado un fin de semana en Hoylake, una ciudad costera ubicada al noroeste de Liverpool. No estaba a más de dos horas de casa. Billie solía decir que quería ir a la playa, que extrañaba la arena. Y Alessia quería regalarle aquel fin de semana. Además, necesitaban unos días para estar solas, sin nadie a su alrededor.

Cuando terminaron de cargar las maletas en el viejo escarabajo, Finneas le preguntó si ese cacharro llegaría a destino.

Alessia frunció el ceño.

—Más respeto, Finneas. Claro que llegará.

Finneas rodó los ojos. Actuaba así por Billie, estaba segura.

—Bueno, confío en que llegue.

—Estaremos bien. —le dijo su hermana al tiempo que le besaba la mejilla. —Prometo llamarte cada hora.

—No lo harás.

—Claro que sí.

Finneas se despidió de Billie, y casi una hora después, estaban de camino a Hoylake.

—Será bonito. Dos días completos para nosotras.

—Solas. —dijo Alessia con una sonrisa. Mantenía la vista fija en la carretera y la mano aferrada a la de Billie.

...

Cuando llegaron a la casa de alquiler, ya eran casi las nueve de la noche. Alessia aparcó fuera de la casa, que quedaba frente a la playa, y caminó con Billie hasta la entrada. Era una casa pequeña de dos pisos. Alessia sacó la llave del bolsillo y abrió la puerta. Tanto la casa como todo el lugar despedían olor a mar. Se podía oír las olas rompiendo contra la costa. No había luna aquella noche.

De verdad era un lugar bonito. Billie recorrió la planta baja, que estaba impecable, y luego subieron al primer piso. Alessia tardó un poco más porque llevaba las maletas.

Ambas se detuvieron en la puerta de la habitación y Billie encendió la luz. Había una cama matrimonial más grande que las camas convencionales. Alessia supo de inmediato lo que Billie pensó. Sucedería ese fin de semana, y ambas parecían estar ansiosas. Ale le pasó un brazo por los hombros y le besó la sien.

—Será un bonito fin de semana. —le dijo.

Ella sonrió.

—Apuesto a que sí.

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