Capítulo 23

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La primera semana acabó sin contratiempos. Alessia sabía que no valía de nada preocuparse por los días que le quedaban por delante, por lo que comenzó a acostumbrarse a la idea de que prácticamente podía hacer lo que quisiera en todo el día.

En efecto, no estaba tan mal. Sobre todo después de descubrir una nueva afición: mirar películas todo el día. Había visto tantos films que ya había perdido la cuenta.

Además había hablado mucho tiempo por teléfono con Amanda. Ella había sido dada de alta hacía pocos días y se enfureció un poco porque nadie se había tomado la molestia de comunicarle lo que le había sucedido a Alessia. Ella no había querido preocuparla. Por eso, la primera vez que la llamó no le dijo nada. Sobre todo porque ella aún seguía en el hospital.

Le prometió que en cuanto se sintiera mejor iría a visitarla a su nueva casa. El hogar que ahora compartía con Henry. Y le prometió también que llevaría a Jonathan de paseo. El chico siempre le pedía que lo llevara a pasear, pero como Alessia se la pasaba ocupada, nunca tenía tiempo. Ahora era tiempo de cumplir esa promesa.

A la media mañana, Olivia bajó a desayunar.

—Hola. —saludó Ale.

—Hola. —dijo ella algo distraída. Tomó una taza de la alacena y la depositó sobre la mesada.

Alessia conocía a su hermana como a sí misma, y por eso sabía muy bien que Olivia nunca se levantaba de buen humor. Olivia nunca hablaba por las mañanas hasta que estuviera con ánimos de hacerlo. Y Alessia tampoco la incitaba a hacerlo. Sin embargo, las últimas semanas habían sido muy diferentes a aquellas viejas mañanas. Olivia se levantaba de tan buen humor que incluso su hermana se sentía asustada.

Y Ale no tenía dudas de que esa nueva faceta suya tenía que ver con Conan Gray.

—¿En qué estás pensando? —preguntó Alessia.

—¿Qué? —reaccionó ella tras unos segundos.

—Te veo como un poco distraída, ¿en qué piensas?

Olivia sacudió la cabeza, sonriente.

—En nada en particular.

Buscó una bolsita de té y lo dejó en la taza. Cuando el agua de la jarra hirvió, se sirvió un poco y se apoyó en la mesada

Alessia carraspeó antes de hablar.

—¿Tienes prisa? —dijo viendo cómo su hermana se bebía el té demasiado rápido.

—No, ¿por qué lo dices?

—Desayunas de pie y rápido. —rio. —A eso le llamo yo estar apurada.

—Voy a la biblioteca.

Alessia enarcó una ceja.

—¿No fuiste ayer?

—¿Me estás controlando?

—Claro que no, solo fue una pregunta. Vas demasiado a la biblioteca.

—Quiero prepararme. Mientras más me forme antes de ir a la universidad, mejor.

Alessia asintió.

—¿Y vas sola?

Lo dudaba. Olivia no amaba quedarse en la biblioteca, razón por la cual siempre llevaba los libros a casa.

Olivia pestañeó.

—No. Y no empieces, Ale.

—Oye, no he dicho nada.

DON'T CRYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora