Capítulo 18

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Parados frente al extenso lago de Sefton Park, Conan acarició el brazo de Olivia con sus dedos en un gesto tan dulce como cariñoso. Se habían detenido unos momentos porque Olivia quería decirle algo muy importante. No podía guardárselo más. Y creía que aquel era el momento indicado de revelar sus sentimientos.

Les había costado llegar hasta ese lugar, en el que ella fuera capaz de volcar su confianza absoluta en él. Ella, que le costaba relajarse cuando alguien se le acercaba, encontró en Conan a la persona que siempre había necesitado, incluso sin saberlo. 

No solo era la manera en que la trataba, sino también la paciencia que le tenía. Nunca la había presionado, y siempre estaba dispuesto a ser su apoyo. Él era todo, en el completo sentido de la palabra.

—¿Qué querías decirme?

Olivia alzó una mano y le acarició con suavidad la mejilla hasta llegar a su mandíbula. Cerró los ojos por un momento y disfrutó del aroma de su colonia. Conan la miraba hipnotizado, sintiéndose afortunado de poder contemplarla. Muy lejos quedaban las amenazas de Alessia en ese momentos, allí solo estaban Olivia y él.

¿Qué más podía necesitar si tenía esos bonitos ojos castaños frente a él?

—Gracias. —susurró ella. —Esta noche ha sido perfecta.

Conan sonrió con ternura.

—Debía serlo, es nuestra noche.

Habían pasado una noche espectacular, con cine y cena.

Decidida a dejar el pasado en donde debía estar, Olivia llegó a la conclusión de que quería que fuera solo Conan quien la tocara, quien borrara los vestigios de su dolor, y nadie más. Cuando él le acariciaba el rostro, los brazos o la espalda con suave timidez, ella se sentía segura y amada. Su tacto era un bálsamo reconfortante para sus miedos. Olivia conocía la devoción que Conan sentía por ella, y eso hacía que lo quisiera todavía más.

—Eres demasiado generoso conmigo, te he apartado cientos de veces, Conan, y aun sigues aquí.

Conan le tomó el mentón con sus dedos y la obligó a mirarlo a los ojos.

—Nunca me daría por vencido contigo, Olivia. Quiero que seas feliz. Y aunque suene orgulloso, quiero ser yo quien te dé esa felicidad. Siento que es mi propósito.

Ella sonrió.

—Me haces feliz. No creí que eso fuera posible. Simplemente tú.

Los ojos de él se iluminaron ante la confesión.

En cuanto Conan le devolvió la sonrisa con devoción, Olivia se puso de puntillas y lo besó con cierta timidez. El chico le rodeó la espalda con ambos brazos hasta que sus cuerpos quedaron fundidos. Al principio se trató de un beso casto, pero no por eso menos perfecto. Era un beso delicado, dulce y tierno. Olivia sintió ambos corazones latir con fuerza; Conan también lo sintió, percibir esa perfecta sincronización le producía una emoción difícil de explicar.

Él le deslizó una mano desde la espalda hasta la nuca para sostenerla contra sus labios. La calidez de la unión hizo que ambos se estremecieran. A medida que pasaron los minutos, el beso se volvió más apasionado y con ello, el corazón de Olivia latió con más prisa. Con suaves besos, Conan hizo un camino desde sus labios hasta su cuello. Al instante que lo sintió, un gemido inconsciente escapó desde lo más profundo de su ser. Las manos de él se hundieron en su melena oscura y ella volvió a gemir. Ambos decían palabras inconclusas mientras los labios se devoraban con vehemencia, y Olivia sintió que nada podía ser mejor.

Cuando se detuvieron, Olivia se abrazó con más fuerza a él y enterró el rostro en su cuello, entonces sonrió. Una lágrima de felicidad rodó por su mejilla. Conan le acarició el cabello con las yemas de los dedos sintiéndose completo.

Caminaron unos metros de la mano hasta encontrar un asiento frente al lago. A lo lejos, contemplaron las luces del jardín botánico. Era demasiado bello como para dejarlo pasar. Al igual que Conan respecto a la belleza de Olivia.

—Eres muy hermosa, ¿te lo he dicho?

Olivia se acurrucó sobre su pecho.

—Una diez veces hoy. —dijo sonriente.

—¿De verdad? Pues siento que no es suficiente. Tendré que decírtelo mil veces más.

—Lo dices para hacerme sentir bien, pero no hace falta. Contigo me siento bien.

—Me hace feliz oír eso, ¿sabes?

Ella asintió.

Se quedaron en silencio unos momentos hasta que Conan decidió sacar el tema de Alessia. Le contó a Olivia que había hablado con Ale para decirle que la había invitado a una cita.

—¿Y cómo se lo tomó? Por eso no se volvió loca cuando le comenté que ibas a buscarme.

—Cuando enrojeció, tenía miedo de que se transformara en Scarlet Witch.

Olivia se echó a reír.

—Tienes razón, cuando llamaste para preguntarme si quería salir contigo, en lo primero que pensé fue en tu seguridad. —bromeó a medias. —Pero tranquilo, Ale solo intenta cumplir no solo su rol de hermana, sino el de mamá y papá. No puedo culparla.

—Te ama mucho. Es de esperar que te cuide así.

Olivia suspiró y se apartó de Conan para mirarlo a los ojos. De repente sintió que estaba traicionándolo al no contarle todo lo que sucedió aquella noche. Para ella sería importante que alguien supiera el resto de la historia, pero poner en peligro a Conan no estaba en su lista. Primero dejaría que ese maldito la matara.

—Lo sé, y está en lo cierto. A veces el miedo vence mi fortaleza y me siento tan desprotegida.

Conan le acunó el rostro entre las manos mientras le besaba la frente con ternura.

—Siempre has tenido a tu hermana, y ahora me tienes a mí. Créeme que te cuidaré con mi vida, Olivia.

—No es tan simple.

—Claro que sí, solo tienes que dejarme. Te cuidaré y no tendrás de qué preocuparte.

Conan la volvió a besar y luego se apartó para mirarla.

—No quiero que salgas lastimado por mi culpa.

—No lo haré.

«Sí que lo harás, tú no lo conoces. Él es capaz de cualquier cosa.»

DON'T CRYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora