Epílogo.

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[Narra TN________]

Era mi segundo cumpleaños con los Cullen, y después de todo ese tiempo aun no me creía la tranquilidad con la que vivíamos desde nuestro último día en Volterra. En dos años no había ido a visitar a mi padre, no podía, estaba segura de que los malos recuerdos incrustados en aquellas paredes de piedra me harían revivir los sentimientos y miedos que me azotaron en ese entonces.

De vez en cuando, pasaba a ver a mis padres, aunque fuera desde lejos necesitaba asegurarme de que seguían adelante, y yo iba a estar ahí, entre las sombras y tras las ventanas, pero siempre para ellos.

Estaba sumida en mis pensamientos mirando por la ventana cuando alguien se lanzó sobre mí, colisionando contra mi espalda y haciendo que yo me estrellara con el cristal.

—¡Feliz cumpleaños! — gritó Alice en mi oído. Jasper estaba tras nosotras sonriendo.

—Gracias. — me abracé a ella, había sido uno de mis grandes apoyos desde que apareció en mi vida.

Jasper le pasó una cajita, la cual me ofreció y acepté. Al abrirla, dentro había una tarjeta, sin nombre ni dibujos. Completamente vacía y de color negro. Levanté la vista para mirarla buscando una explicación.

—Es una tarjeta de regalo, para pasar un día de chicas. — me explicó alzando los brazos.

—Es demasiado, Alice. — dije, ella nunca se moderaba en nada de lo que hacía.

—No pienses demasiado, ya elegiremos un regalo cuando vayamos de compras.

Nunca podría quejarme de ellos, me habían demostrado que era parte de su familia desde que me conocieron, arriesgaron tanto o más que yo en todo el trayecto que nos llevó a este momento.
Emmett y Rosalie me habían regalado una cámara de fotos, en cambio, Esme y Carlisle me obsequiaron con algo que nunca podría habérseme ocurrido, algo que no hubiera imaginado ni en mis mejores sueños.

—TN_________, hemos pensado en un regalo, a lo mejor nos equivocamos, pero esperamos que te haga ilusión. De hecho, ha sido idea de Esme. — comenzó Carlisle.

—Si no te gusta la idea, no pasa nada, puedes decirlo abiertamente. Ya que no es algo que sepamos con certeza que te gustará. —Esme se acercó a mí y me tomó de las manos. En ese instante pude ver como Edward aparecía por la puerta y se quedaba apoyado en el marco observándonos. — Ya llevas un tiempo viviendo con nosotros, y en la habitación de Edward estáis un poco escasos de espacio, necesitas poder guardar tus cosas bien. Y en la habitación hay espacio de sobra para añadir algunos muebles más.

—Gracias Esme, es un detalle por vuestra parte. No me había parado a pensar que la ropa no tenía por qué aplastada en el armario. — reí. — Podríamos poner otro al lado, quitando...

—En realidad me refería a cambiarla por completo. Desde cero. — me interrumpió. La mujer sonrió abiertamente y mis ojos se abrieron desorbitadamente. — Y conozco a alguien que podría hacerlo.

—¿En serio? — la emoción salía por cada poro de mi piel.

—Sé que es triste que no puedas tratar con ellos, pero, aunque sea una tontería, de esta forma tendrías una habitación diseñada exclusivamente por Molly, para ti, para vosotros. No podrás estar cerca, pero podrás verla más a menudo, por un tiempo, y quizás también a Brian. Sé que no es suficiente, pero a lo mejor te ayuda a sentirte más cerca de ellos. Si no estás de acuerdo dilo sinceramente. Quizás nos hemos equivocado.

—¿Estás de broma? Es el regalo perfecto. — me lancé a sus brazos. Esme era como mi segunda madre, y era capaz de ofrecerme cosas que si quiera sabía que necesitaba.

Después de un rato conversando, hablando de los regalos, del día y todo en general, Edward llamó mi atención, señaló hacia la puerta con la cabeza y me dio la espalda para salir de la casa. Todos notaron el gesto y salí de allí mientras los veía sonreír.

—Ven, sígueme. — dijo extendiendo si mano hacia mí.

—¿Dónde vamos? — pregunté tomando su mano.

—Donde tengamos algo de intimidad. — contestó riendo a la vez que se giraba para mirar la casa. Me di la vuelta y allí estaban, todos los Cullen observándonos por el gran ventanal del salón.

Caminamos lentamente hasta que nos separamos lo suficiente de allí, en mitad del bosque, un pequeño rincón con más flores de las que acostumbraba a ver y árboles frondosos que nos ocultaban del sol.

—TN_______...

—Dime. — fui a apoyarme contra uno de los troncos cuando me atrajo hacia sí, impidiéndome acomodarme y dejándome frente a él con cierta distancia.

—No puedo esperar más. La eternidad es muy larga pero no puedo esperar ni un minuto más para gastarla a tu lado.

—Ya lo haces Edward. Estamos juntos.

—Pero no de la manera que me gustaría. — dijo mientras comenzaba a llover.

—¿Volvemos? Aunque no sienta el frío, la humedad sigue siendo...

—Espera. — hurgó en su chaqueta y se colocó sobre una rodilla en el suelo.

—No puede ser. — solté sin pensar.

—Sí, sí que puede ser. Y voy a dejar de buscar el momento oportuno porque parece que nunca llega. Así que...

—¿Aquí? ¿Mientras llueve?

—Sí. — su pelo comenzaba a humedecerse con las gotas de lluvia, varios mechones ya mojados caían sobre su frente haciéndole aún más atractivo. — Mientras llueve. — sonrió divertido mostrando su perfecta sonrisa.

Me acomodé el pelo y la emoción inundó todo mi cuerpo. Ahí estábamos, bajo la lluvia, mirándonos sonrientes y yo sin poder creerlo. Pero tenía clara mi respuesta y él lo sabía. Eso lo hacía mucho más divertido.

—TN______, desde que llegaste a mi vida toda la tranquilidad que me rodeaba desapareció convirtiéndose en un auténtico desastre. Me hiciste reír de nuevo, contigo y de ti. — puse los ojos en blanco y escuché brevemente su risa. — Conseguiste que volviera a ser yo, algo que hace meses habría considerado imposible. Pero viniste tú y lo hiciste. Y, si de algo estoy seguro, es que eres lo mejor que me ha pasado. Quiero que seas mi compañera el resto de nuestra eternidad. — abre la caja en sus manos, dejando ver un precioso anillo. — ¿Me concederías el honor de casarte conmigo?

—¡Sí! — grité.

Edward se levantó y me lancé a sus brazos. Nos separamos después de un largo abrazo y le besé. Le besé con amor, desesperación y emoción al mismo tiempo. En ese preciso instante, no importaba nada. Ni la lluvia corriendo por nuestros rostros, ni la incómoda ropa empapada pegada a nuestros cuerpos.

Habíamos pasado por mucho desde que nos conocimos. Pero ambos habíamos superado todas las dificultades que nos acecharon desde que pisé Forks, juntos. Edward se había enfrentado a sus propios demonios, y yo a los míos. La vida en ese momento era completamente diferente a lo que conocía antes de llegar a ese pueblo, pero todo lo sucedido solo había servido para unirnos aún más.

Tenía claro que Edward era el amor de mi vida y nada podría cambiarlo. 

Mientras Llueve *(Edward Cullen)* [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora