Capítulo 53: Cuestión de tiempo.

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Capítulo 53: Cuestión de tiempo.



[Narra TN________]

Era la segunda vez que me secuestraban. La segunda vez que me separaban de mi familia. La segunda vez que se pondrían en peligro por mí. Porque sí, Edward no lo dejaría estar y contaba con ello, con que nos alcanzara a tiempo y viniera por mí. Pero no fue así.

Llegamos a un deportivo negro, Tom ya estaba allí. Nos montamos en el vehículo y Tom se sentó a mi lado en los pequeños asientos traseros, giró su rostro hacia las ventanillas tintadas que no permitían que se viera el interior ni nos dejaba ver el exterior, evitando mirarme.

—Lo siento. — musitó dirigiéndose a mí.


[Narra Edward]

Tom se había despedido de nosotros en nombre de los tres alegando que sería mejor no despedirse de TN_______.

Pensaba que TN________ y Alice estarían juntas hablando sobre los sentimientos encontrados de la primera hasta que mi hermana apareció por la puerta, con la ropa manchada y el cabello desaliñado.

—TN__________, ella...— salí hacia el despacho de Carlisle en cuento vi todo en la mente de Alice.

No podía ser cierto, no podía estar ocurriendo de nuevo. Y esta vez no sería una fábrica abandonada, esta vez sería en la mismísima cueva de los Vulturis.


[Narra TN________]

Desde la luna delantera vi el cartel que indicaba el desvío hacia el aeropuerto. Ya habían pasado varias horas desde nuestra partida y nadie había llegado hasta nosotros, pero no podía rendirme así de fácil.

Tom comenzó a quitarme las cadenas lentamente, como si tuviera miedo de hacerme daño, pero ya estaba herida. No tenía ningún rasguño ni el cuerpo adolorido del viaje o el peso del metal, pero mi pecho estaba encogido de la tristeza. No los conocía lo suficiente para sentirme traicionada, pero si decepcionada. Miranda había jugado muy bien su papel en el pequeño teatro que había montado, con la mala suerte de que lo descubrí antes de lo que ella pensaba. Y Tom, su reacción me había sentado incluso peor. No había sido capaz de convencer a su mujer ni se había puesto en su contra o a mi favor. Había sido tan cobarde que ni siquiera había tratado de ayudarme, solo bajar la cabeza y acatar sus órdenes.

A mi cabeza vinieron imágenes de mis padres, los de verdad. Fijé mi vista en el techo del coche. No quería pensar en eso ahora.

—Tom, ¿qué haces? —gritó su mujer.

—Desatarla. — contestó. Ella le devolvió una mirada furiosa. — No podemos montarla en un avión así. En cuanto pasamos las puertas, los de seguridad se nos echarán encima. —me miró. — Además, ella no va a escaparse.

—¿A dónde podría ir? — dije resignada. No había salida mirara por dónde mirara. Aún esperaba que los Cullen estuvieran esperándonos en nuestro destino.

En el momento que pisamos el aeropuerto, cruzamos las puertas, Miranda me llevaba cogida del brazo, sonriendo. Cualquiera que nos viera pensaría que somos amigas, una emocionada por el viaje y la otra con miedo a montarse en el avión. Al llegar a la zona de embarque perdí toda esperanza. Si no habían llegado ya, no iban a aparecer, por lo menos ese día.

Ya en Italia, cuando salimos del tercer coche, el sol atacaba la piel de mis brazos, pude ver por primera vez como destellaba a la luz del día.

Me hicieron atravesar una plaza de piedra con una fuente en medio. Habíamos llegado, lo sabía por los cuatro encapuchados que nos esperaban a los lados de una puerta de madera antigua.

Tras atravesarla, pasamos de un recibidor algo más moderno a otra puerta vieja y desgastada. Al pasarla, seguimos caminando por el pasillo de piedra, bajamos unas interminables escaleras hasta una antesala. Esta ya estaba decorada como si por allí pasaran muchas personas, al fondo una humana rubia fingía escribir en su ordenador mientras nos miraba de reojo. A un par de metros de ella había una gran puerta que ocupaba casi toda la pared. A los lados podía ver salidas a otros pasillos.

Siguieron caminando, ignorando a la mujer. Tocaron la puerta y Demetri entró primero. Poco después, un guarda salió a indicarnos que podíamos entrar. Tras las puertas había una gran sala coronada por tres tronos. En ellos había tres hombres sentados que no podían ser otros que los famosos Vulturis. Aro, Cayo y Marco. El de en medio se levantó aplaudiendo nada más verme, su cabello lacio y largo ni se movió. Reía emocionado y divertido. Se acercó deprisa hacia mí parando mis pasos.

—Debes de ser TN________. Encantado. —dijo sonriendo. — Si me permites. — me ofreció su mano.

—Puede ver los recuerdos y pensamientos de las personas tocándolas. — me explicó Tom.

—No. — me negué.

—¿Te atreves a rechazarme? — su sonrisa se hizo más grande. — Veo que a va ser divertido tenerte por aquí. Ya entrarás en razón. Todos lo hacen. — se giró y caminó hasta su trono para sentarse. — Incluso Alice y Edward lo harán. Es cuestión de tiempo, y el nuestro es eterno.

Quise hablar, pero no me dio tiempo.

—Lleváosla.

Me sacaron de allí a rastras, seguía en shock. Ni mi transformación me daba la fortaleza de hacer reaccionar mi cuerpo, no sabía que ocurría, donde me llevaban ni donde me había metido. Ni si quiera si alguien podría venir por mí. Al y al cabo, los Vulturis eran la máxima autoridad vampírica, nadie podía ponerse en su contra y mucho menos enfrentarse a ellos.

Me guiaron entre los estrechos y largos pasillos, aquel laberinto que se formaba a mi alrededor conforme más nos adentrábamos.

Como deseé poder llorar en ese preciso momento, me habría consolado mucho más que el desagradable nudo constante en mi garganta.


[Narra Edward]

—Carlisle, ¿qué has dicho? — grité.

No podía ser cierto lo que proponía mi padre.

—Edward, tranquilo, tú mismo lo sabes. Tom no va a hacerle daño y por lo que nos ha contado Alice, Aro planea retenerla para que vayamos por ella. Os quiere a los tres, ese es su plan.

—Ni siquiera conoce le don de TN______. ¿Por qué la quiere? — cuestionó Rosalie.

—Le interesa atraeros para obtener a Alice y Edward. Aunque no sepa cuál es su don, le interesará en cuanto lo descubra. — explicó Esme.

—Quiere que actuemos precipitadamente, no le importa masacrarnos si os obtiene a vosotros. Tenemos que ser más listos y actuar en consecuencia. — las palabras de Carlisle tenían sentido, pero no podía aceptarlo.

—Habrá algo que podamos hacer, no podemos dejarla allí sola. Y menos sin saber cuánto tiempo. — dijo Emmett con desesperación.

No podía quedarme allí sentado, la desesperación me dominó por completo y salí por la puerta. 

Mientras Llueve *(Edward Cullen)* [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora