Mientras Llueve *(Edward Cullen)* [TERMINADA]

Capítulo 11: ¿Empezamos de nuevo?.

Capítulo 11: ¿Empezamos de nuevo?.

[Narra TN____________ ]

-Es solo una sugerencia. No quiero entrometerme más de lo que debo. - añadí rápidamente.

-Sinceramente, creo que es buena idea. - contestó para mi sorpresa.

No quise girarme y mirarle directamente así que eché un vistazo de soslayo y creí ver una media sonrisa en su rostro. Edward era guapo, y viéndole así de cerca aún me lo parecía más, seguí perdiéndome en mis pensamientos sobre él y estos días atrás, cuando me sacó ello levantándose a por las muestras que había dejado en la estantería.

-¿Tú qué opinas? - me dijo inclinándose ligeramente hacia mí con las cartas de colores en la mano en forma de abanico.

Pasamos un buen rato debatiendo entre tonos de azul hasta elegir uno, además de decidir cambiar los muebles blancos por otros colores en tonos madera. De esta forma el contraste llamaría la atención y sería completamente diferente a lo que ya había.
Hubo alguna sonrisa y bromas, hubo miradas y algo de química, o eso quise creer yo.

Me dirigía fuera de la habitación pensando que Edward vendría detrás, pero al llegar al marco de la puerta me giré y le ví, estático en medio de la habitación, con una mano en su cuello y una expresión triste que nunca había visto en él. Esa chica debió calarle hondo, de otra manera no estaría así. Su mirada se había oscurecido y sus cejas caían relajadas, desmarcando la intensidad que solía desprender con sus ojos, para dar a lugar a un gesto melancólico.
Verle así me causaba querer hacer algo para que se sintiera mejor. Extrañamente sentí como alguna parte de mi interior se encogía ante tal escena. ¿Era tristeza por la empatía al verle de tal ánimo?¿Eran celos de una chica que conocía partes de él que yo no?
"Ojalá se me ocurriera algo para disminuir su dolor.", pensaba cuando Edward se giró al mismo tiempo que se me había ocurrido una loca idea.

-Yo...¡ahora vengo! No te muevas de aquí. - dije antes de salir corriendo hacia la habitación de Alice.

Poco después llegué con ella, Jasper y Emmet, además de un montón de cajas plegadas. Edward estaba de pie en medio de la habitación pasándose la mano por el pelo mientras nos miraba con resignación.

-Edward, a TN________ se le ha ocurrido que ...- comenzó a explicar Alice.

-Ya lo sé, haced lo que queráis, no me parece mal. - Respondió él, a lo que recibió una mirada fulminante de su hermana, cosa que no entendí.

-Total, no duermes aquí, así que vamos a vaciarla. - dijo Emmett riéndose.

-Ya que duermes en mi habitación no hay ningún problema, ¿verdad? - añadió Jasper, también muerto de la risa. No entendí la broma.

Montamos las cajas y entre todos las llenamos con los discos y libros de Edward, mientras él se encargaba de la ropa. Al cabo de un rato, todo estaba guardado y solo quedaban los muebles vacíos, que Emmett había prometido llevar al punto limpio al día siguiente.

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En los días siguientes Edward había vuelto a clase normalmente. No quería hacerme muchas ilusiones respecto a su actitud amable ya que repentinamente podría cambiar de nuevo, así que me limité a mi rutina con Alice, sin contar con que le buscaba constantemente con la vista para intercambiar miradas y alguna que otra sonrisa.
No sabía en qué momento ni cuando ese chico solitario y misterioso había comenzado a adentrarse en mi mente llenándola completamente de pensamientos de él en todo momento.
Aún así decidí mantenerme cauta ante los sentimientos que comenzaban a crecer.

[ Narra Edward ]

Los días pasaban cada vez más rápido y todo era a causa de esa inconstante humana que me daba una de cal y otra de arena cada vez que nos cruzábamos.

Escuchar sus pensamientos contradictorios me confundía aún más si es que era posible. A veces me miraba y apartaba la mirada, otras tantas la mantenía hasta que los dos acabábamos sonriendo. Sabía que no quería quedarse conmigo a solas y que a veces se sentía incómoda pero también sabía otras cosas.
Cómo que le gustaba mi sonrisa aunque según ella la usaba poco, o que le parecía extrañamente misterioso y que eso hacía que sintiera cierto interés hacia mí. Incluso sabía que seguía dibujándome en un cuaderno que guardaba en el primer cajón de su escritorio, lo que me resultaba muy halagador.

Conocía el hecho de que estaba comenzando a desarrollar sentimientos por mí, o eso pensaba ella y escuchaba yo; porque su actitud no reflejaba eso.
Todas estas cosas me tenían trastocado y enganchado a mi dosis diaria de pensamientos de TN___________, me resultaba muy interesante.

Y aunque TN___________ no lo supiera, yo deseaba que llegara el sábado, mucho más de lo que deseaba ella. Quería compartir más momentos como el finde pasado, y tratar de quedarme a solas con ella en algún momento, estar con ella era agradable y sentía que podía relajarme.

[Narra TN_________ ]

Cada día había más y más cajas amontonadas en nuestro salón, y es que mi madre estaba almacenando ahí las cosas nuevas que había comprado con la Sra. Cullen para su casa mientras se la vaciaban. Se habían propuesto hacerlo todo en un mes y ya habían pasado casi tres semanas.

Era sábado, y ya sabía lo que significaba. Según mi madre, Carlisle y mi padre habían decidido irse de senderismo para quitarse de en medio y dejarles las decisiones a ellas, además al ser tantos hijos los Cullen no notaríamos cuatro manos menos. Lo bueno es que ya se habían encargado ellas de que los pintores hubieran pintado toda la casa, y los muebles nuevos habían llegado casi todos. Así que nos esperaba una buena tarde de limpiar y colocar.

Alice pasó a recogernos con el coche de Emmet donde cargamos gran parte de las cajas. Esta rutina me gustaba, tener los sábados ocupados, pasar tiempo con mi madre y la familia Cullen había hecho que ni me diera cuenta de lo bien que me había adaptado a ese pueblo tan frío y húmedo, ellos lo habían hecho cálido y familiar.

Alice era incluso mejor amiga que cualquiera de las que había dejado atrás, era divertida, abierta y amable, además de compresiva y dispuesta a cualquier plan por aburrido que fuera.

Y bueno, Edward, era Edward, amable y más cercado de lo que podría haber imaginado el día que le conocí. Recordé cuando me salvó de una caída segura el día que nos conocimos y automáticamente noté como sonreía tontamente. Levanté la mirada y le ví apoyado en la puerta mirándonos, cómo si hubiera estado esperando ahí a que llegáramos, en el momento que nuestros ojos se cruzaron mi corazón saltó, el pulso se me aceleró y juraría que si hubiera tenido un espejo delante en ese momento, me habría visto completamente colorada. Me gustaba Edward, y para mí, ya no había marcha atrás.