Capítulo VI

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A menudo pienso que la noche esta más viva y más rica de colores que el día.

Vincent Van Gogh


Levana

Estoy empacando junto a mi padres las cosas que aún faltan ya que la mayoría de sus cosas han sido empacadas y enviadas por una agencia de mudanza que se encargó prácticamente de todo. Solo estamos empacando fotos, recuerdos y cosas así, siento un poco de nostalgia el saber que ya no los veré seguido, pero como ya lo he dicho me alegro por ellos.

-Mi niña el vuelo sale a las 23:00 p.m. al ser casi siete horas de vuelo llegaremos en la mañana al aeropuerto -solo de pensarlo ya me siento cansada, odio madrugar.

-Si mamá ya lo sé lo has repetido las últimas veinte veces -se ríe-, prometo no olvidarlo.

-Siempre dices lo mismo y siempre lo olvidas-dice entre risas.

Papá entra a la casa o al menos lo que queda de ella.

-¿Ya está todo empacado mis amores?- le da un beso a mamá.

-Ya casi- digo

Asiente.

Al cabo de una hora ya esta todo listo. Debo ir por mi maleta y de paso recoger a Olive y no encontraremos con mis padres en el aeropuerto a la hora acordada.


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Casi, solo casi perdemos el vuelo por mi culpa, pero que puedo decir no podía salir de casa sin mi celular, porque sí lo olvide y a mitad del camino lo recordé.

Sentía que había olvidado algo, pero no sabía con exactitud qué.

Luego de casi 7 horas de vuelo estábamos en Berlín, Alemania.

Era la primera vez que venía, pero sentía que pertenecía aquí, lo amé desde que bajé del auto que rentamos para llegar a la residencia que ahora iba a ser de mis padres. Es un vecindario muy bonito, claro no donde residen los magnates, pero era bastante elegante o al menos para mí.

Cuando ingresamos a la casa, me quedé en blanco, la casa era preciosa, era de solo una planta pero tenía de todo y la amé, lástima que no me quedaría más de una semana antes de volver a la universidad.

-Bien tenemos mucho tiempo para desempacar, así que, vamos a desayunar que muero de hambre- dijo papá.

Y la tortura comienza.

Abordamos el auto y luego de unos minutos aparcamos en lo que parece una cafetería.

Entramos en medio de una charla y nos sentamos en una mesa del rincón junto al ventanal que da una perfecta vista hacia afuera.

-Guten morgen, was biete ich inhen an? -(Buenos días, ¿que les ofrezco?) habla el mesero.

Yo me quedo en las mismas no le entendí una carajo luego del buenos días. Pensaba comentarle que éramos extranjeros que no hablaban con fluidez alemán -lo que es contradictorio ya que papá va a trabar aquí-, pero antes de que pudiera abrir mi boca Olive le dijo.

-Könnten sie uns ein paar minuten geben- dejándome con la boca abierta que hasta una mosca pudo entrar en ella- ¿Jamás te dije que hablo alemán? Creo que lo olvidé.

-Vaya mejor amiga, como es que no sabía eso de ti.

-Porque vives tan distraída y en tu mundo que la vez que te comente que iba a tomar clases de idiomas me ignoraste, pero sin rencores amiga- respondió ella.

¿Destinados? [Completa✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora