Capítulo Final

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"En donde puedes amarte,
puedes amar".

Zab. G. Andrade

Levana

Quisiera que todo lo que ha pasado fuera solo un sueño, un espejismo o incluso premonición; así tendría la oportunidad de hacer muchas cosas de manera de moldear un nuevo rumbo de las cosas.

Daría lo que fuera por remediar todas las cosas que hice mal, quizá no estaría en esa posición.

No solo hablo del loco que me tiene retenida, me refiero a las relaciones de mi vida.

Mis padres.

Mis amigos.

Mi novio... mi Bruno.

Creo que más que aterrorizada porque Miles me tiene aquí, estoy temblando de miedo por volverlo a ver, no sabría que decir. O más bien como empezar a disculparme por lo que creyó que quise decir.

Yo fui la culpable de que él se alejara, quizá merecía que se alejara y que por  primera vez reaccionara a mi mala actitud, estoy consciente de que he abusado de su amor por mí. Él siempre estuvo para mí y fui una mierda con él.

Lo de la confianza es un tema que aún me duele porque como dije no es que no creyera en él, simplemente como siempre quise llevar todo sola y creer que podía con todo sola.

A pesar de que hace tiempo me di cuenta de que no podría y tardar en darme cuenta fue lo que nos llevó al quiebre.

—Creo que es hora de llamar a tu noviecito —su desagradable voz interrumpe mi letanía—. Quiero largarme lejos de aquí lo más pronto posible.

Lo veo sacar el móvil de su bolsillo.
No he visto cerca ningún tipo de arma, se que hace todo esto por mera desesperación porque no tiene como escapar, está huyendo como la maldita rata que es.

Busca el número y se pega el celular a la oreja y espera unos segundos antes de subir de postura.

—Hey, si de nada sirve que me insultes recuerda que tengo a tu preciosa Levana conmigo y puedo hacer muchas cosa con ella —me mira esperando que grite pero me mantengo en silencio—. ¿Que qué quiero? Fácil, voy a indicarte un lugar, tú llevarás un par de millones en una aleta y la dejaras allí para mí, con gusto te la devuelvo luego de tener el dinero en mis manos.

Es el claro ejemplo que cada quien debe desarrollar el papel que le toca, y definitivamente el no encaja en una mente criminal.

Parece estar negociando con Bruno porque habla por el celular, se da la vuelta y sigue dando instrucciones.
Pobre imbécil.

Quisiera poder burlarme de él, pero mi cuerpo cada vez se siente más pesado, tengo sueño y siento la boca seca.

—Después de todo algo le has hecho bien por que estuvo dispuesto a pagar lo que sea por ti —no contesto, estoy cansada—. ¿Tanto valen las sobras de ti que dejé?

—No importa lo que digas... no me duelen tus palabras —susurro—. No es nada peor de lo que me he dicho a mi misma...

—¿Tan jodida te dejé, rojita?

—Púdrete... n-no me llames así.

—No que no te dolían mis palabras —se mofa.

—No me duele, me da asco.

Se me revuelve el estómago solo pensar en las veces que decía ese estúpido apodo y suspiraba por esa mierda.

A veces me preguntaba que hubiera pasado si hubiera aceptado el cigarrillo de Bruno hace tantos años, quizá hubiera estado drogada y no hubiera conocido a este ser despreciable.

¿Destinados? [Completa✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora