¿Destinados? [Completa✓]

Capítulo XVII

"El presente es la viviente suma total del pasado."

Thomas Carlyle

Levana

El clima era perfecto hoy. Sí, parecía que iba a caer una tormenta y eso era lo perfecto.

Amaba los días así, podía ver una serie o una película arropada en mi cama sin preocuparme de nada.

Hoy era así y ya tenía planeado todo, apenas terminara con la universidad y el trabajo me iría, buscaría una buena serie que comenzar. La última que vi era sobre un remake de una serie originalmente de dibujos animados sobre un grupo de amigas hadas que veía cuando era niña y me emocionó mucho que la hiciera en live action.

Andaba por los pasillos de la facultad, me dirigía al salón donde me tocaba mi próxima clase, de camino me topé con una cuantas compañeras de otro salón, si bien no era muy social que digamos ellas me saludaban cuando pasaba y no podía solo ignorarlas.

Entré al salón y me topé con un grupito del salón que cuchicheaban en un rincón. No presté atención pues no eran santo de mi devoción así que los ignoré y seguí con mis cosas.

¿Has tenido la sensación de que las personas hablan de ti?

Pues a mí sí y mi lado inseguro salió a flote cuando escuchaba sus risas, sus murmullos y cuchicheos. Creía que era de mí de quién hablaban y se reían, empecé a morder mis uñas mi pie se sacudía con frenesí en el piso, la picazón empezó en mi cuello.

El sonido de la puerta retumbó en todo el salón y me distrajo de mi casi ataque.

No presté atención a quién había entrado, solo sentí que alguien se sentó junto a mí y por su perfume supe que era mi amiga.

-¿Te encuentras bien Lev?

-Sí, por supuesto -mentí.

Como lo hago casi siempre, claro que no estoy bien y el hecho de que digas mentiras tan seguido con el tiempo te lleva a perfeccionarlo; tanto que se escucha tan bien que nadie cuestiona las mismas.

Un buen mentiroso no nace siéndolo, la práctica lo va puliendo con el tiempo.

Dolía mentirles a todos, no tener un hombro donde llorar, dolía no poder decirle a nadie como me sentía, cada vez que sentía la valentía de al fin enfrentar mis problemas y exponerlos a alguien terminaba acojonándome y me mordía la lengua y seguía callando.

-Buenos días, estudiantes -esa voz-. Soy su nuevo profesor, mi nombre es Mi...

-Miles... -dije en un tono más alto de lo que hubiese querido.

Entonces todos los ojos del salón se posaron en mí, me sentía aún más nerviosa, no podía creer que él volvería, no podía estar pasándome esto.

La vida no podría odiarme tanto como para traer recuerdos amargos del pasado.

-T-tengo q-que... irme -balbuceo-. No puedo estar aquí.

Entonces me levanto tomando mis cosas y queriendo salir, pero su imponente figura se me atraviesa.

-No puedes salir, estás en medio de una clase y puedo reportar tu falt...

-Aléjate de mí -lo corto-. Si quieres reportarme hazlo, no me interesa, ahora déjame ir.

-Pequeña, no hagas esto más difícil. Regresa a tu asiento y no ha pasado nada -me sujetó del brazo y estaba en conteo regresivo-. Hazlo ahora -escupió entre dientes.