Capítulo IX

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"La perfección es una pulida colección de errores."

Mario Benedetti

Bruno

Mientras íbamos en el auto, no salió conversación alguna y se instaló un silencio, pero no uno incómodo más bien como procesando toda la escena que se dio.

Cuando la vi entrar en la sala se me atascó la respiración, si bien ayer en aquel vestido se veía como una diosa, sabía que esa no era ella, esa no era la chica de ahora pues ahora estaba más relajada además no tenía una gota de maquillaje y no es que juzgue a quienes lo hacen, es solo que para mi ella se veía preciosa así, con esa piel de porcelana y esas pecas que lucían es su rostro unas pestañas no tan largas pero que se ajustaban a ella una cejan normales no tan gruesas pero tampoco tan opacas considerando su color de cabello.

Estaba hermosa así y más cuando se sonrojó, me la imagino acalorada conmigo, embistiéndola y provocando ese sonrojo a causa del placer. Me imagino como seria la piel de sus nalgas rojas a causa de le unas nalgadas que le daría mientras la follo desde atrás.

¡Carajo! Ahora tenía una erección, maldita sea Bruno, controla tus malditos pensamientos o vas a parecer un maldito pervertido.

A quien iba a engañar yo era un pervertido, pero jamás iba a forzarla o haría algo que ella no desee.

Dejé atrás mis pensamientos y seguir con la vista en las calles de la ciudad en dirección al restaurant que mas me gustaba no era muy grande además no era un lugar donde podría encontrarme a alguien no deseado.

Una vez que llegamos al lugar salí del auto dispuesto a abrirle la puerta pero cuando iba llegando ella ya iba de salida.

Reí por su acción.

-Lo siento, no acostumbro a que lo hagan por mí -se sonrojó, ¡infierno! Cada vez que hacía eso mi mente volaba-. Papá dice que soy una rebelde por hacerle esto cada vez que lo intenta.

-No te preocupes, es la costumbre -levantó su ceja-. No es que... lo haga con todas... digo siempre con mi... hermana si mi hermana y mi abuela. Mejor me callo.

Ella se rió.

-Yo no dije nada -siguió riendo - ¿Por qué este lugar? -señaló el restaurant.

-¿No te gustó? -pregunté-. Podemos ir a otro lugar si deseas.

-No quise decirlo en ese sentido, es solo que eres muy famoso e importante y es un lugar como para alguien como yo -dijo-. No lo tomes a mal.

-No te preocupes, es lo que la gente suele suponer, pero así las cosas mira, odio los restaurantes caros, este lugar es especial porque aquí siempre vengo con mi hermana. Ella lo descubrió y un día me trajo y amé la comida, espero que tú también la disfrutes.

Me miró con cierta extrañeza, pero es que es cierto odiaba los restaurantes caros, por que uno como ya dije siempre encuentro a alguien indeseable, dos jamás me llenaba y yo era de buen comer, era costosa -no es que mi billetera sufriera- y tercero vivía entre lujos todo el tiempo al menos al comer no quería estar rodeado de todo eso.

-Espero que sea así -pude sentir un temblor en su voz-. Así podre presumir que comí la mejor comida alemana.

-Me parece genial.

-Buenas noches, señor Götz que gusto verlo de nuevo por aquí- me saludó en alemán Ryan el dueño del local -¿Cómo está la Srta. Briar? Hace mucho no se presenta por aquí.

-Pues la universidad la absorbe demasiado Ryan -respondí y cambié al inglés, pues Levana nos observaba fuera de lugar-Por cierto, quiero presentarte a alguien, ella es Levana. Levana él es Ryan, el dueño del lugar y un viejo amigo.

¿Destinados? [Completa✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora