Capítulo XXXIII

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"Afuera llueve y aquí dentro también."

Ysabel Vezen

Levana

Terror.

Ese es el sentimiento que abarcó mi mente cuando Briar me encontró en una situación muy comprometedora y aunque traté de convencerla se que nada sucedía, ella era demasiado inteligente como para no creer mis intentos de explicaciones.

No me quedó más remedio que contarle toda la verdad y el comienzo de todo, en el fondo sentí un alivio que al fin alguien lo sabía y en las mismas proporciones en las que me aliviaba, me preocupada y me asqueaba lo que ella podría llegar a pensar de mi.

Pero lo que me más me daba terror era lo que podía decirle a Bruno.

-¿Se lo dirás? -limpio mi rostro-. Si decides hacerlo, no me opondré. Estas en todo tu derecho de querer alguien mejor en la vida de tu hermano.

Veo como batalla en su cabeza por tomar una decisión y se que es difícil para ella pues como dije, ella ama demasiado a su hermano y entiendo que no quiera que le complique más la vida de lo que ya la tiene.

-De veras lo entiendo...

-No le diré nada -me corta-. Es mi hermano y lo amo pero es tu decisión decírselo más no mía.

-Gracias.

-No hay de que -sujeta mi mano en un gesto de empatía-, solo tengo una cosa que pedirte.

-Creo que lo sé.

-¿Ah, si? -pregunta-, y dime ¿qué crees que te voy a pedir?

-Voy a alejarme de él, lo prometo -las lágrimas mojan mi cara de nuevo-. No quiero que el tenga que cargar con mis problemas también, no es justo.

Me suelto de su mano y llevo las mías a mi rostro y lloro por todo.

Lloro por mi y por lo que me llevó a esto, lloro por que podría perder a un hombre maravilloso por mis problemas, lloro por que él solo pensar alejarme de su lado me rompe en pequeños fragmentos que siento que no podré juntar si eso pasa.

Sus pequeños brazos me rodean y me dan el confort que justo ahora necesito.

-Jamás te pediría que te alejaras de él cuando se que lo haces tan feliz como nunca lo había visto -sorbe su nariz-. No sería capaz de arruinar su relación.

Salimos del abrazo y ella me mira con sus ojos azules tan parecidos a los de mi chico, están rojos por el llanto.

-Lo que quería pedirte es que vayamos a que recibas la ayuda que se que necesitas -habla despacio poco normal en ella-, y tengo una persona que podría ayuda. Solo te pido eso.

-No estoy segura de...

-Por favor, no quiero que te sigas haciendo más daño -sus ojos se cristalizan nuevamente-, no quiero que termines como ella.

-¿Ella?
-Una amiga -susurra-. Déjame ayudarte, no quiero que te suceda nada malo y más no podría vivir conmigo misma sabiendo que pude ayudarte y no lo hice.

Lo que ella me pedía era algo demasiado grande, no podía exponerme así. Si iba donde un médico era consciente que estos me aconsejarán que hable y no quiero eso no quiero que mis padres lo sepan, ni siquiera estoy segura de que Bruno lo sepa.

No podía dar una paso tan grande a la ligera, ella no me entiende.

Quiero salir de esto, pero no quiero que me digan que hacer, que debo comer, como debo hacer todo. No quiero ir a terapia y vivir medicada ni nada de eso.

¿Destinados? [Completa✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora