Llegas y haces un desastre, eres tranquilo pero tus pensamientos son un completo tsunami.
Eres la debilidad en cuerpo y alma, eres la inestabilidad en el amor, te busco, te encuentro, pero te evaporas, me pides, me exiges y yo cedo, ¿A qué juegas B...
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En mi vida había visto una habitación de estas. Las llegue a imaginar gracias a libros de erotismo y claro, mi peculiar imaginación. La vez que pude por fin ver cómo sería un espacio como este, fue en la película de 50 Sombras de Grey y debo admitirlo, quede fascinada con cada cosa que salía. Balián se encarga de quitar mi calzado, los deja a un lado, bajo los dos escaloncillos y la suavidad del suelo alfombrado me gusta.
Todo es en color blanco, borgoña y marrón, hay muchas cosas, cuadros, piezas de porcelana e incluso plumas en jarrones en vez de rosas. Balián camina por el lugar, por mi lado observo cada cosa a detalle porque todo esto me parece muy interesante. Me acerco a una repisa, detallo varios antifaces de distintos colores, formas y lentejuelas.
–Eso es nuevo –comenta, le miro desde mi lugar. –A mi hermano extrañamente le gustan las plumas, yo tengo una fascinación por los antifaces.
– ¿Por qué? –tomo una, es blanca con detalles plateados.
–Cuando una persona se coloca un antifaz, lo que más puedes detallar son sus ojos –lo siento acercarse, mi cuerpo reacciona a él. –Los ojos son el espejo del alma, y es cuando miras a una persona que detallas cada cosa de ella.
– ¿Qué te reflejan mis ojos? –Balián toma mi mano, me encamina al centro de la habitación, en completo silencio.
Balián quita su camisa y la deja a un lado, noto sus dos collares, me gusta. En silencio quita mi blusa, luego se encarga de mi jeans y lo quita, dejándolo a un lado donde no estorbe. No hago el intento de cubrirme, porque amo mi cuerpo y para este momento, cohibirme delante de Balián es ridículo.
–Seda... –susurra, refiriéndose a mi ropa interior, al conjunto rosa que elegí colocarme hoy. –Tu más que nadie sabes, cuanto me gusta que vistas ropa interior de seda.
–No pensaba en acostarme hoy contigo, Balián... –enarca una ceja. – ¿Qué? Es cierto, venia por trabajo, para ayudarte.
–Si claro, Grace, aja.
–Idiota...
Balián sonríe y toma el antifaz de mis manos, suelta mi cabello que lo tenía en una media cola, me lo coloca.
– ¿Tienes idea de cómo es esto? Porque yo no entiendo una mierda, soy algo más casual para estas situaciones –sonríe.
–Tengo entendido que si el juego se torna rudo y duro, se debe tener una palabra clave, ya sabes, para detenerte y terminar follando, duro... –Balián me mira fijo, enarca una ceja, sonríe. –Creo...
– ¿Qué más sabes luciérnaga? –se aleja, estoy muy segura que debo quedarme aquí, no entiendo cómo es que esto me excita tanto. –Yo investigue, pero no tengo idea de que hacer como tal.
–Gracias a los libros que leí, hay algunas cosas que se pueden utilizar para pre–calentar –con su atenta mirada trago duro, me estremezco. –No ver o no oír, el tacto y la cercanía, inmovilización, ser atada, azotes, una fusta, pinzas o una correa de cuero –le veo venir, alza algo a mi vista.