Capítulo 3: La búsqueda del libro de hechizos

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Escenas anteriores a este capítulo:

Isabelle ribs el libro de hechizos de Marian. Pero al leer un hechizo, acaba neutralizando los poderes de Marian.

En la actualidad:

Aún cuando al final todo salió bien y no podía arrepentirse, Marian había evitado reunirse con el aldeano, de no ser por Scarlett, que la había convencido.

- No puedes ocultarte para siempre - le había dicho - Algún día estarás obligada a enfrentar los problemas y no puedes hacer nada para evitarlo - Marian lo tomó más como la voz de su conciencia que le dictaba qué hacer con sus sentimientos que como un consejo casual de una amiga. De cualquier forma la lección resolvía ambas situaciones, no abandonaría su deber moral ni a Robin.

- Vayamos a la guarida - propuso Robin. Marian recordó un asunto sin posibilidad de prórroga que la quemaba por dentro, el enojo que la quemaba.

- Tengo que regresar al castillo y encargarme de algo urgente - informó, se despidieron sin las mayores formalidades y tal como dijo, regreso al castillo a encargarse de ese algo.

En el trayecto de la aldea al castillo hablaba con ella misma, repitiendo entre murmullos un monólogo lleno de enojo para su primo, en el fondo rogando paga que la escuchara.

El principe paseaba por el salón del trono, recordando con repugnancia las horas que había pasado posando frente a un ridículo y excéntrico pintor para después soportar un susto de Robin, que en toda su vida siempre fue peor que el susto de muerte. A pesar de eso sonreía, tenía a Marian de su lado, obligada, pero jugaba para él, estaba orgulloso, la tenía atada de manos con el filo de la navaja rozando la piel que cubría la palpitante y frágil vena de su cuello, sin duda le ayudaría por más tiempo y él se aseguraría de que no se apartara.

La vio entrar al salón y la sonrisa de su rostro solo pudo crecer más. Quiso saludarlo, pero ella se adelantó.

- ¿Por qué? - sin dejar de sonreír el principe dió a entender que no entendí ni su enojo ni su pregunta - ¿Por qué no le quitaste mi libro? - lo desafiaba, pero le gustaba.

- ¿Era importante para ti? - preguntó con cinismo - Marian no sabía que pensar, no esperaba una respuesta.

- ¿Por qué me usaste como escudo cuando Robin entró? - el principe se acercó a ella, a pasos lentos y con asquerosa parsimonia acarició suavemente su mejilla derecha, tomó también sus cabellos.

- Los dos sabemos que no te haría nada - podía sentir su aliento golpeando con mayor ligereza su rostro - Me parece que estás haciendo un buen trabajo.

Lo empujó.

- No soporto tenerte cerca - el principe rió y siguió riendo cuando Marian se fue.

- A veces me pregunto por qué te tengo tanta paciencia.

Aunque no podía reconocer ante nadie, porque era una dama, sabía cuánto lo detestaba, pero nunca estuvo segura de cuando empezó a detestarlo, tenía la vaga conjetura de que cuando Robin llegó al condado, sonriendo, aunque ocultando la sombra de una guerra que no había dejado escapar a su padre, abrió los ojos y pudo decidirse a ir en su contra, nunca antes lo había enfrentado, era casi igual a Ricardo. En el pasado, con frecuencia pensaba en el día de el rey se fuera cuenta de quién era realmente el principe.

Scarlett quería que saliera, ni le gustaba nada que se encerrara, aunque no podía evitarlo y muy en el fondo tampoco quisiera.

Poco antes de salir vio sus estantes llenos de lo que podríamos llamar recuerdos, los miró con el detenimiento que solo puede dar un instante, cómo si se despidiera para partir un largo viaje, uno nuevo, uno que si le diera felicidad, uni en el que no debiera dejarlo.

620 palabras 💚💙

Juntos en Sherwood - Una Promesa para TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora